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La capital se militariza para prevenir posibles disturbios si pierde Mugabe

Ramón Lobo

Las calles de Harare, la capital de Zimbabue, amanecieron repletas de controles policiales. El tránsito rodado resultaba imposible en el área donde tiene la oficina el presidente Mugabe; tampoco cerca de las oficinas la Asamblea Nacional Constitucional, un grupo que realizó la campaña contra el ZANU-PF en el referéndum constitucional. Cada carretera de acceso a la capital cuenta con retenes armados que paran a los vehículos, procediendo sobre todo al registro de los autobuses. Existe temor de que el anuncio de los resultados finales pueda provocar incidentes graves; bien por exceso de celebración de la oposición, o por enfado de los derrotados. Los llamados veteranos de guerra ya lo prometieron en abril: no consentirán una victoria del MDC, al que tildan de mera marioneta de Londres y de los colonos blancos. En las últimas semanas, cientos de personas han abandonado el país, con la excusa de unas estratégicas vacaciones en Namibia, Suráfrica o Botsuana.

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