El turco, ante la prueba del algodón

"Mi racha sólo ha comenzado". Hakan Sükür, autor de los dos goles de Turquía ante Bélgica, está lanzado. El toro del Bósforo, como le conocen los 65 millones de turcos, se encuentra ante el gran momento de su carrera. Máximo goleador en la historia del fútbol turco -sólo en las últimas cuatro temporadas ha logrado 85 goles con el Galatasaray-, Hakan nunca había llegado tan lejos en el escaparate internacional. Fracasó con su equipo en la Eurocopa de 1996, donde Turquía perdió los tres partidos y no anotó un solo gol.El desastre alimentó las sospechas sobre este espigado delantero centro (1,91 metros), al que sus compatriotas le acusaron de cierta indolencia, de ocuparse exclusivamente de elevar su cotización en la Liga nacional.

Lo cierto es que a Hakan siempre le costó salir de su tierra. En 1995, tras cuatro grandes temporadas en el Galatasaray, Sukür dio el salto al calcio, una estación muy compleja para los delanteros. Fichado por el Torino a comienzos de temporada, le entró una morriña insoportable. Jugó cinco partidos, marcó un gol y en cinco meses se dio media vuelta y regresó al Galatasaray. Su estancia en Italia sólo le trajo problemas, sobre todo con la gigantesca cuenta telefónica que pagaba cada mes tras horas y horas al teléfono con sus familiares.

De vuelta al equipo de Estambul recuperó su voracidad goleadora. Jugador de gran poderío en el juego aéreo, Hakan es un delantero con excelentes movimientos, una estimable habilidad para amortiguar la pelota cuando juega de espaldas y una enorme intuición cuando se mueve dentro del área.

Con su selección ha conseguido 28 goles en 56 partidos. Ninguno tan relevante como el que le marcó a Alemania en la fase de clasificación, lo que permitió a los turcos sellar una de las victorias más importantes de su historia. También un gol suyo al Leeds permitió al Galatasaray alcanzar la final de la Copa de la UEFA, trofeo que conquistó frente al Arsenal.

Hakan llegó a la Eurocopa con muchas dudas y el bolsillo aún más repleto. Poco antes del torneo cerró su traspaso al Inter de Milán, que le ha reclamado para resolver un problema de envergadura: cubrir las prolongadas ausencias de Vieri y Ronaldo. Asegura que con 28 años se siente más maduro y estable como para afrontar una nueva aventura italiana. Sus compatriotas no las tenían todas consigo. Temían que Hakan se despistara de nuevo ante una gran cita internacional y atribuyeron a su nuevo coqueteo con el fútbol italiano su sequía goleadora con la selección, con la que hasta el choque con los belgas no había marcado desde un partido frente a Finlandia en 1999.

Pero Sükür está ante la prueba del algodón. El calcio le mira con lupa y sus paisanos también. No en vano le adoran. Hasta el punto de que un canal de televisión turco llegó a transmitir en riguroso directo su boda.