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Avenidas hostiles para los mayores

Un estudio prueba que los atropellos deancianos en Valencia se deben a que las

calles están diseñadas para los jóvenes

A lo largo de tres meses, 520 ancianos y 348 jóvenes han sido vigilados por un Gran Hermano particular mientras cruzaban alguna de las calles más representativas de Valencia. Pero las cámaras de vídeo, discretamente ocultas en cualquier esquina, no pretendían satisfacer el morbo de la audiencia y estos viandantes tampoco corrían el riesgo de ser nominados por el compañero ocasional del paso de cebra.Al otro lado de las cámaras sólo estaban los investigadores del Instituto de Tráfico y Seguridad Vial (Intras) de la Universidad de Valencia, en pleno trabajo de campo para conocer con rigor científico por qué una buena parte de los peatones atropellados son ancianos.

Las grabaciones efectuadas en las avenidas del Primado Reig, la Gran Vía de Germanías y las calles de Ángel Guimerà, Alboraia, Sagunto y una callejuela de Ciutat Vella han resultado muy reveladoras: prueban que el 90% de las personas mayores cruzan la calle con prudencia, lo que desmonta el falso mito que achacaba el alto índice de arrollamientos que sufren a sus supuestos despistes y temeridades.

En cambio, el estudio, que forma parte de la tesis doctoral de la investigadora del Intras María José Monteagudo Soto, revela que la elevada siniestralidad de los ancianos se debe a que las grandes avenidas de Valencia están diseñadas exclusivamente para la población más joven y que atravesarlas se convierte a diario en una arriesgada odisea para los ancianos por la pérdida de facultades físicas propia del envejecimiento.

Sus cintas de vídeo las protagonizan peatones con muchas canas y la frente surcada de arrugas que pierden el resuello para alcancar la otra acera antes de que el disco se ponga tan colorado como sus fatigados rostros, porque a ellos les cuesta más tiempo cruzar la calle que a los jóvenes. "Los cruces son demasiado largos y el tiempo que permanece el semáforo en verde para los viandantes es muy ajustado en todas las calles estudiadas, salvo en la de Sagunto", destaca María José. "En los metros finales del cruce muchos lo pasan mal y a menudo no les da tiempo y se quedan en medio de la calzada, con los coches circulando por sus costados sin respetarles". Porque el estudio también ha demostrado que las calles son más intransitables para los ancianos por "la falta de consideración de muchos conductores, que arrancan sin aguardar a que acaben de cruzar o les ponen nerviosos con sus pitidos".

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"Aunque crucen prudentemente, si se ven envueltos en una situación de riesgo tienen el triple de posibilidades de morir atropellados que un joven porque no tienen reflejos ni agilidad para escapar de esa situación de peligro", advierte la investigadora.

El diseño de las avenidas e infraestructuras de la ciudad de espaldas a la población senil supone un serio problema a medio plazo, en opinión de esta experta en seguridad vial, porque "la sociedad cada vez envejece más y según los datos de la Organización Mundial de la Salud y el Inserso, en 2010 los ancianos representarán el 20% de la población española".

María José subraya que, a pesar de la elevada accidentalidad de los ancianos, hasta la fecha no se había efectuado ningún estudio tan exhaustivo como éste para intentar explicar sus causas. No en vano, este Gran Hermano científico ha analizado si esperaba en la acera o en la calzada, si cruzaba con el disco en rojo, intermitente o verde, la trayectoria que seguía el cruzar, el tiempo que invertía, el volumen de tráfico de la vía, su atención...

El ojo electrónico captó que los ancianos empiezan a cruzar unos segundos más tarde que los demás porque su tiempo de reacción es mayor, que "la situación cruzar la calle es muy estresante" para ellos porque temen no llegar a tiempo y el 30% se distrae en los metros finales por esta sensación de agobio. Para evitarlo, María José propone semáforos como los que se están implantando en Japón, que incorporan un reloj con cuenta atrás para que los peatones sepan los segundos que les quedan para cruzar.

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