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Tribuna:EUROCOPA 2000Balance de la primera fase
Tribuna
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La victoria del imperio romano

La conclusión de la primera fase de la Eurocopa arroja un resultado inapelable. La aplastante victoria del imperio romano, que ha sido capaz de colocar a todos sus representantes en los cuartos de final del torneo.Tres grandes agrupaciones de tribus europeas, más una cuarta, todavía en calidad de aspirante, presentaban selecciones para medirse en los Países Bajos. Seis pertenecían a la familia anglo-germánica con Holanda, Noruega, Suecia, Dinamarca, Inglaterra y Alemania representando a cerca de 175 millones de habitantes; cinco, a la latinidad, es decir, a las naciones herederas del antiguo imperio, Francia, Portugal, España, Italia y Rumania, con algo menos de 200 millones de almas; sólo tres, al vasto, y también extraeuropeo, mundo eslavo, con Yugoslavia, Eslovenia y República Checa, y apenas 25 millones de pobladores; más un híbrido de anglogermánico y latino, Bélgica, y un periférico que hace méritos europeos, Turquía, para completar el lote de 16 al comienzo del campeonato. Ese conjunto representaba a cerca de 475 millones de europeos sobre alrededor de 600 millones, si sólo contamos la Turquía y la Rusia continentales, o más de 700 si europeizamos todo lo europeizable, aunsin contar a los argentinos.

En esta geopolítica antropológica, también cuenta la religión de origen, por más que ya no sea de buen tono aludir a determinadas diferencias.

Formidable éxito del catolicismo, que representa entre los que han pasado a cuartos a unos 170 millones de ciudadanos (Francia, Portugal, España, Italia, y parte de Holanda) sobre unos 230 que competían; estrepitoso fracaso del protestantismo en sus tres grandes vertientes europeas, luteranismo, calvinismo y anglicanismo, que a duras penas clasifica a 10 millones de calvinistas entre una mayoría relativa de holandeses y algún millón de reformados franceses; y triunfos relativos, sino absolutos, de la ortodoxia griega, 40 millones sobre 40, y el islam, 65 de 65, en países de virtual religión única, Rumania y Yugoslavia en el primer caso y Turquía, en el segundo.

Por lo que respecta a la Unión Europea, los resultados, en cambio, son bastante equilibrados. La UE presentaba a 10 candidatos entre los 16, y ha clasificado a cinco (Francia, Portugal, España, Italia y Holanda) con un curioso castigo a los menos europeístas del lote (Reino Unido, Suecia y Dinamarca), aunque con la sensible pérdida de Alemania y Bélgica; y los europeos allende la UE tenían seis, de los que han pasado tres (Rumania, Yugoslavia y Turquía) todos ellos mucho más lejos de graduarse como miembros del club que alguno de los países que quedaron en la cuneta, como los diligentes Eslovenia y República Checa.

Pero, donde el copo ha sido impresionante es en lo concerniente a esa primera Europa que existió, precoz y decisiva, antes que cualquiera de las Europas modernamente conocidas. La totalidad de los grandes pueblos que constituyeron el imperio romano (de Occidente) han logrado la clasificación. La prefectura de las Galias, próxima rival de España, ha entrado brillantemente como sin duda habría deseado su conquistador, Julio César; la subprefectura de Hispania, dividida hoy en los Estados de España y Portugal, está también singularmente ahí; la península itálica, cuna y primera expansión de los descendientes de Rómulo y Remo, no podía faltar; y, sin complicarnos ahora con cuestiones de pureza de sangre, tenemos también a la Rumania dacio-latina, que ha sido uno de los grandes equipos sorpresa de los cuartos de final. Sólo quedan fuera de esta victoria no tan póstuma de la imperial Roma, la realidad bastante residual de la Bélgica francófona y algún valle helvético, que fuera antaño colonia romana y hoy, girón latino.

De los mejores candidatos a la victoria absoluta, sólo los anglogermánicos holandeses parecen serios rivales para la latinidad, sin menospreciar por ello a eslavos y túrquicos. Pero, como en esto del deporte no hace falta pasarse de desprendido, digamos que gane el mejor, siempre que sea de la famlia. La Europa del imperio romano.

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