Oficio y oficiantes
A veces las páginas de los periódicos guardan curiosas simetrías. Entonces las noticias encajan las unas con las otras como las piezas de un puzzle. La mesa o el ordenador del redactor jefe es un mare mágnum de despachos de agencia, notas de fax, informaciones propias de los redactores, comunicados de entidades, e intoxicaciones varias que se cuelan por la rendija del teléfono o camufladas en la salsa de una comida de trabajo. Es un puzzle en el que con la excepción del ferragosto siempre sobran piezas. Si esas porciones de realidad encajan a la primera y no es un imbécil, el redactor jefe debe de desconfiar porque entonces es que le han vendido un puzzle industrial; de esos que, cortados a troquel, se resuelven mecánicamente. El puzzle tiene que tener algo de artesano y esto es lo que diferencia el oficio periodístico de la publicidad y de la propaganda, del Notícies 9 y del Telediario. La pieza confeccionada a mano, la información propia que el periodista ha elaborado por su cuenta y riesgo, se convierte así en ese fragmento clave que da la pista para encajar el resto de piezas y ordenar el caos de la mesa de redacción.Pero a veces también, sin esa pieza clave, el periodista de oficio cuando selecciona, ordena y encaja informaciones aparentemente rutinarias es capaz de cocinar de forma sabrosa lo que no era más que morralla en un día en que los caladeros informativos parecían exhaustos.
A pesar de que no hay nada más viejo que el periódico del día anterior, echemos un vistazo a los diarios de ayer. Puede que aún el lector los guarde en el revistero, junto al semanal y las ofertas de pescado del hiper. Y aunque confieso la tentación de escarbar en el titular del Marca ("Viva la madre que os parió"), pasemos del ruido de lo que para unos fue "milagro en Brujas" y para otros "agónica victoria de España". Miremos las noticias locales y observaremos la correspondencia entre la columna de salida de la primera página de Levante y el faldón de la página tres del suplemento valenciano de EL PAÍS. Ambos diarios coinciden en situar juntas dos noticias diferentes. Con mayor relieve tipográfico se nos informa de que el Gobierno valenciano reduce en 4.032 millones de pesetas las inversiones reales en Sanidad para pagar al personal y diversas partidas de gasto corriente. A su lado, pero más discretamente, otra noticia viene a completar el puzzle de la realidad: El hospital Arnau de Vilanova realiza pruebas de oftalmología en los aseos de los trabajadores sanitarios.
Son sólo dos noticias de un día cualquiera y si siguiéramos destripando esos mismos ejemplares, seguro que encontraríamos más ejemplos de ese curioso efecto mariposa del que son testigo las páginas de los periódicos: Interior expulsó a los magrebíes de Málaga sin dejarles declarar; cuatro policías detenidos por admitir sobornos de marroquíes; los investigadores creen que al final de la trama están los empresarios.
Borges decía que los periodistas escribimos sobre la extraña superstición de que entre cada tarde y cada mañana ocurren hechos que es una vergüenza ignorar. Y en El libro de arena remacha: el periodista escribe para el olvido. Tal vez por eso valga la pena intentar ordenar cada mañana las piezas del mismo puzzle distinto.
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