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El agua tan especial que beben en Bilbao

Vicente González Olaya

Dice la tradición que los de Bilbao y sus alrededores son un poco exagerados. Y ayer la Compañía Gargantúa -una hermandad bilbaína que se dedica a extender por donde va el buen nombre de la capital vizcaína- lo demostró. Aseguraron beber el agua más cara de España (800 pesetas el litro) y recordaron que por un enfado familiar fueron capaces de diseñar una de las vidrieras más bellas de la ciudad: la del Patio de Cristales del Ayuntamiento de Madrid.Bien es verdad que ayer el alcalde, José María Álvarez del Manzano, que los recibió en el Consistorio, no quiso quedarse atrás a la hora de parecer él también "un poco de Bilbao". Recordó que un tío abuelo suyo, general de profesión, puso sitio a la ciudad en 1837 y que su guerrera se encuentra en el Museo del Ejército. ( "Sería del Estado Mayor, porque no me suena", le respondió un miembro de Gargantúa) El alcalde aseguró también que el mismísimo Zarra le vendió unos cordones para sus botas de fútbol cuando Álvarez del Manzano entrenaba con los jugadores del Atleti. Lo curioso es que estas historias, aunque parecen increíbles, son ciertas.

La Compañía Gargantúa es una hermandad lúdica formada en 1987 por 100 bilbaínos y bilbaínas. Ayer eligieron Madrid para celebrar el día más importante de la ciudad que les vio nacer: la conmemoración del 700 aniversario de la declaración de Bilbao como villa. Porque el 15 de junio del año 1300, "a las doce de la mañana, media hora más, media hora menos", según detalló el prepósito general de la compañía, Jesús Fernández de Jáuregui, Diego López de Haro -señor medieval alavés- le concedió a la ciudad el fuero de Villa. Era la única manera que encontró de poner un poco de orden en la zona, porque todos los pueblos que por aquellos años existían en torno a la ría se peleaban continuamente sobre la preminencia de unos sobre otros.

Quinientos años después, los bilbaínos se pusieron del lado de Isabel II en su pugna por el trono con los carlistas. Y el tío abuelo del actual alcalde, que era general del ejército carlista, quiso que cambiasen de bando por la fuerza. Pero los bilbaínos, cabezones ellos, se negaron. "Y se organizó un cacao tremendo", explicaba Fernández de Jáuregui. "Los carlistas nos cascaban desde Begoña [barrio de la ciudad que se asienta sobre una colina], pero resistimos", explicó. Finalmente, acabada la guerra, la reina dedicó en Madrid una plaza a tan heroica ciudad: la plaza de Bilbao, actual Vázquez de Mella.

Y con este argumento -haber sido la primera ciudad en dedicar una plaza a la villa vizcaína-, la Compañía de Gargantúa se presentó ayer en Madrid. Le regalaron a Álvarez del Manzano una botella de agua de Bilbao, bebida que los miembros de la hermandad consumen en grandes cantidades cuando celebran alguna de sus reuniones y actos lúdicos.

Y durante el acto en la Casa de la Villa contaron su secreto: la composición del agua de Bilbao, la más cara de España. Durante la I Guerra Mundial, España se declaró neutral. Sus fábricas recibieron pedidos de todos los contendientes, ya que la mayoría de sus empresas habían quedado inutilizadas. La industria española, y la vizcaína especialmente, se benefició de una manera especial. Tanto dinero corría por las calles de la villa vasca que sus habitantes llevaban a gala beber para cualquier ocasión agua de Bilbao, es decir, cava o champaña. Y ayer, al alcalde le regalaron una botella de la auténtica agua de la ciudad, un cava catalán (Codorníu 1550) que vale unas 800 pesetas.

Por eso, ofrecían a todo el que se acercaba a ellos agua de Bilbao en grandes cazos. El regidor, que estaba encantado con la celebración, tuvo que abandonar un momento el acto para acudir a unos premios del medioambiente que se celebraban en el adyacente Salón de Cristales y que estaban especialmente dedicados a niños. Pero como Álvarez del Manzano echaba de menos a los bilbaínos, les invitó a unirse a la entrega de los premios. Con una condición: "No les deis agua de Bilbao a los niños". Los chavales no comprendían nada, sobre todo por el calor que hacía.

La firma de un vasco en una vidriera

La compañía Gargantúa lleva 14 años animando las fiestas de su ciudad. Pero precisamente este año, cuando se cumple el 700º aniversario del fuero, sus componentes han preferido quedar un poco al margen. Afirman que el actual alcalde, el peneuvista Iñaki Azkuna, ha preparado unas fiestas con un "protocolo muy fuerte y de altos vuelos". "Por no entorpecer, nos hemos retirado y hemos decidido celebrarlo con las ciudades que tienen una plaza o una calle dedicada a Bilbao". En España hay 23. Y a todos sus alcaldes les han enviado una caja con agua de Bilbao para conmemorar el fuero.Los componentes de esta compañía visten siempre de cocineros, pero con una pañoleta azul anudada al cuello y el emblema de la cofradía en el pecho. Actualmente la forman unas 100 personas, con las más diversas profesiones.

Javier Arginzoniz Deprit, ingeniero de profesión, es descendiente de Josetxu Deprit, un bohemio vasco que se dedicaba en Euskadi al negocio de la vidriería. Pero debía tener mal carácter, porque de vez en cuando se "cabreaba" con su familia, según explicó ayer su descendiente. "Así que cuando se enfadaba se venía a Madrid a trabajar. Y pasó un tiempo en la empresa Maumejean, la que diseñó la vidriera que cubre el salón de Cristales del Ayuntamiento de Madrid. Y fue a él a quien le encargaron este complicado trabajo". Y Arginzoniz mostraba ayer, orgulloso, la firma de la empresa para la que trabajó su antepasado impresa en una esquina de la vidriera. "Allí, allí se ve", afirmaba henchido este arquitecto grandullón.

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Sobre la firma

Vicente González Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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