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Stockhausen inaugura hoy el Sónar y augura la desaparición de las orquestas

El escenario, vacío de instrumentistas. Karlheinz Stockhausen (Mödrath, 1928) se basta y se sobra para controlar su música. Esta noche, en el teatro Tívoli de Barcelona, el compositor alemán, adalid de las vanguardias musicales de la segunda mitad del siglo XX, inaugura la séptima edición del Festival Internacional de Música Avanzada y Arte Multimedia Sónar 2000. Desde la platea, sentado entre el público, Stockhausen estará a los mandos de un sofisticado sistema de sonido con el que controlará los equipos electrónicos que reproducirán Hymnen, obra creada en 1967 en la que durante las casi dos horas que dura realiza, a través de un recorrido por diversos himnos nacionales, un canto a la unión de los pueblos.Stockhausen auguró ayer en la presentación de este concierto la desparición de las orquestas en el futuro. "No hacen falta", dijo tajante. "Lo más importante en la música es la estética y no el hecho de hayan o no instrumentistas en el escenario. En el futuro, la música será una mezcla de la convencional y la electrónica. Sólo existirán solistas, que deberán ejercitar más la memoria y ser capaces no sólo de tocar un instrumento, sino también de actuar y protagonizar acciones ante masas. Los ritmos cambiarán y la música tendrá un componente de acción teatral".

Con una vitalidad desbordante, torrencial en sus respuestas y exhibiendo una personalidad megalómana en la que no admite comparación con otros colegas de la misma generación -"Luciano Berio apenas hizo nada en música electrónica y Pierre Boulez compuso alguna obra a partir de mitad de la década de los setenta porque yo le dije que debía experimentar con la música electrónica", aseguró-, Stockhausen dijo que los mejores músicos del pop y el rock que han experimentado con la música electrónica han sido alumnos suyos. "Todos han seguido mi obra, Frank Zappa, The Beatles e incluso Jimmy Hendrix, entre muchos otros".

Definió Hymnen como una obra resultado de la "metamorfosis" y explicó que se encuentra música, la transforma en otra, cambia los ritmos, muta los timbres y cocina "una armonía con sonidos electrónicos". "El aspecto espacial de la música es lo más importante y con esta obra creo movimiento en la sala", dijo, y recomendó al público "cerrar los ojos y dejarse llevar por la música".

Asimismo aconsejó a los jóvenes músicos presentes en el Sónar que trabajen en estudios de música electrónica. "Todos quieren tocar en orquesta o bandas y lo que deben hacer es estudiar los sonidos y crear otros nuevos, diferentes para cada obra, sin caer en la tentación de repetirse. Que no se preocupen si tardan años en crear una nueva obra, y que no olviden que los más famosos músicos del pop no graban sus discos en vivo, sino que se pasan muchas horas en los estudios de grabación para crear sus álbumes perfectos, porque la calidad que se alcanza en un estudio de sonido es incomparable".

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