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La feminización del PSC FRANCESCA MARTÍN VIGIL

El PSC incorporó hace ya bastantes años la paridad en su discurso como un objetivo importante cuya consecución requiere de medidas instrumentales que comprometan al conjunto de la organización.Fue nuestro partido el primero que abrió el debate de las acciones positivas que aseguran la presencia de las mujeres en los puestos de representación institucional y orgánica, y fueron también, igual que en otros países europeos, los socialistas y los socialdemócratas los que en sus políticas de gobierno (central, municipales y autonómicas) crearon los ámbitos de gestión específicos que abrieron caminos y dieron entidad institucional a las políticas para la igualdad de oportunidades. Todo ello constituye sin duda, para nosotros y nosotras, un motivo de orgullo, pero sobre todo un compromiso claro y una tarea ardua por delante que requiere nuevos impulsos tras cada avance.

Hoy las distintas fuerzas políticas ya no cuestionan el derecho ni la oportunidad de la participación de las mujeres en la vida política. Las distintas fórmulas, los diferentes discursos, incluso entre la izquierda y la derecha, pueden a veces quedar difuminados por la presencia relevante de algunas mujeres. El lenguaje, la estética, las formas de comunicación de los partidos políticos han acortado distancias y a nadie se le escapa que demasiadas veces eso tiene más que ver con las conveniencias electorales que con las convicciones políticas. La defensa de los principios ideológicos se difumina demasiadas veces en gestos publicitarios y se desvanece cuando se trata de poner medios para garantizarlos en la práctica.

Debemos promover un nuevo contrato social entre las mujeres y los hombres, para lo cual también es necesario el establecimiento de medidas legislativas que obliguen a las diferentes fuerzas políticas a presentar candidaturas paritarias. Ahí está el ejemplo francés y también nuestro compromiso electoral en ese sentido.

El PSC, aun reconociendo su insatisfacción por lo que se refiere a la participación de las mujeres en responsabilidades de la organización, es la fuerza política que tiene un mayor número de parlamentarias, alcaldesas, mujeres concejales y también de mujeres en los órganos de dirección del partido. Hoy, en el Parlament, la mitad de las mujeres son del Grupo Socialista - CpC (16 de 32). En el Congreso de los Diputados, el PSC cuenta con el 40% de parlamentarias, y en la comisión ejecutiva hay el 30% de mujeres.

Efectivamente, las cuotas, las tan defendidas, denostadas, cuestionadas y benditas cuotas, han dado un buen resultado (incluso para las que no las han defendido). La cuota ha sido mucho más que quitarles a los hombres una parcela de poder: ha sido la posibilidad de neutralizar prejuicios, de responder con evidencias sobre las capacidades de las mujeres, demostrar con hechos el aporte que significa para el partido y para la sociedad la incorporación de las mujeres. También ha significado y significa una gran aportación para las propias mujeres y el movimiento feminista: significa el desafío de trascender con el discurso de lo privado y hacerlo político, significa aprender otras prácticas, salir de un espacio para incorporarnos a otro sin perder identidad. Difícil desafío, integrarse manteniendo especificidad.

Ante su noveno congreso, el PSC se tiene que plantear ineludiblemente un gran paso adelante en su voluntad de apartar los obstáculos que aún subsisten para la participación de las mujeres en aquellos ámbitos que son llamados de la vida pública. Lo haremos desde nuestra convicción de que la democracia paritaria es igual a más democracia. Las acciones positivas que en forma de obligación de unos porcentajes determinados de participación femenina tanto han ayudado a la concienciación, al análisis y a la progresiva incorporación de las mujeres a los puestos de decisión ya nos conducen a una formulación distinta como lo es el establecimiento estatutario de mínimosy máximos de los dos géneros para garantizar una situación que se corresponda con la realidad social y, sobre todo, que garantice la corresponsabilidad paritaria. La paridad, ya lo hemos comprobado, no es un objetivo que se asuma naturalmente, sino que, como ocurre con toda situación de desigualdad, para ser superada requiere de instrumentos de corrección y de garantía.

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La democracia paritaria es también transformación, y probablemente esa es la razón primera que conduce al PSC a identificarla con una convicción consustancial a nuestros principios. Socialismo es también feminismo, la participación de más mujeres en la política es una apuesta por la transformación de la sociedad. Todavía hoy, las decisiones que afectan a la colectividad las siguen tomando autoridades y grupos de poder con gran predominio masculino, y por ello tienden a reflejar valores, experiencias y puntos de vista exclusivamente masculinos.

Es evidente que las mujeres socialistas tenemos una gran responsabilidad en el cumplimiento de estos objetivos, sobre todo por lo que respecta a nuestra capacidad de incorporar la visión de género al conjunto del partido y a sus propuestas.

La lucha de las feministas y desde ella de las mujeres de los partidos progresistas ha sido el verdadero motor de cambio de la sociedad. El feminismo como lucha por la igualdad y por una nueva sociedad con nuevos valores, es sin duda una lucha socialista porque el socialismo es también feminismo.

Francesca Martín Vigil es secretaria de la Mujer del PSC y diputada en el Congreso. Firman también el artículo Manuela de Madre, alcaldesa de Santa Coloma de Gramenet; Carme Figueras y Assumpta Baig, diputadas en el Parlament, y Teresa Cunillera, diputada en el Congreso.

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