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Trazos maestros

La Casa de la Moneda de Madrid muestra en su museo de la avenida del Doctor Esquerdo una exposición de cuño infrecuente en la crónica artística de la ciudad. Ars delineandi exhibe una colección de dibujos de grandes pintores y escultores desde el Renacimiento hasta el siglo XX. Los bocetos son de Luca Cambiasso, Rómulo Cincinato, Claudio Coello, Jean Honoré Fragonard, Juan de Juanes, Roberto Michel y Vaquer, entre otros maestros, que atraen la atención sobre sus trazos desde las paredes muy tenuemente iluminadas del museo. Hay diseños en tintas, aguadas sepias, metálicos albayaldes, y otros a lápiz, remarcados incluso con tiza. Pero, por la sabiduría y la finura de sus líneas, muchas de las piezas expuestas logran acceder hasta ese balcón mágico, bañado de actualidad perpetua, donde las obras de arte residen y centellean en solitario.La colección procede del arsenal recopilado laboriosamente por el ilustrado Tomás Francisco Prieto a lo largo de su vida (1716-1782). Un retrato suyo en medallón abre la muestra: rostro viril, mirada viva, porte dispuesto; viste casaca con puñetas botonadas. Las crónicas le definen como grabador de la Real Persona. La persona regia era Carlos III. Prieto logró reunir dibujos de una calidad extraordinaria. Para ello contó con el criterio que le brindaba una sensibilidad adquirida en los buriles de grabado de la Casa de la Moneda y en los talleres de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, cuya dirección llegó a ocupar.

La muestra madrileña incluye prodigios del dibujo como el Hércules del genovés Luca Cambiasso (1527-1585) que abre el itinerario. Llegado en el último tercio del siglo XVI, había sido invitado por Felipe II para trabajar en El Escorial. Su herencia vive aún en estos dibujos, que cautivan al visitante porque su vigoroso lápiz rezuma definición y maestría. Es emocionante descubrir cómo sus simples inscripciones de tinta, que siluetean las piernas del titán o sus nudosos codos, pueden llegar a expresar toda la potencia que la anatomía humana silenciosamente almacena. Una mera diagonal, el báculo de su Obispo, electriza con fuerza otra espléndida pieza. La exposición está dividida en salas que corresponden a los diferentes siglos, desde el XVI y el XVII hasta el de las Luces, más el decimonónico y el XX. Un boceto de Claudio Coello, una aguada en tonos rosas y azules, bien pudiera corresponder al de la bóveda ornamental que decora la Casa de la Panadería, en la plaza Mayor, reciente y primorosamente restaurada. Una trilogía de dibujos octogonales de Lucas Jordán (1634-1705), el veloz pintor de cámara de Carlos II, parece dibujada sobre piedra. En la sala del siglo XVIII, la alegoría de la Justicia, de Jean Honoré Fragonard, deslumbra por su composición con figuras dispuestas en diagonales que trenzan un relato humano. Algunas vitrinas exhiben ediciones de Charles Perier, de 1557, con dibujos de Alberto Durero, "clarissimi pictoris et geometrae...", o del impresor español Ibarra, su Diccionario de artistas, de 1800. Este libro da cuenta del escultor Roberto Michel, nacido en el Puy de Velay del Languedoc en 1720, quien ya con diez años se integrara en el taller de Bonfici, antes de llegar a Madrid. Fue él quien esculpió la decoración del Salón del Trono y la capilla del Palacio Real, o monumentos como Cibeles. A él se deben una Virgen del Carmen y un San Pío V, dos de las joyas más preciadas de esta exposición de la Casa de la Moneda, todo un homenaje a la historia viva del dibujo como arte.

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