El Cabañal
Los habitantes de una antigua comunidad de pescadores de la costa este de España están luchando por su supervivencia.El tema de la destrucción de El Cabañal para la construcción de una carretera que "facilite el acceso del centro urbano a la playa" es una obscenidad de la planificación urbana, sobre todo porque se trata de una comunidad única y bellísima, lo que debe estar atrayendo publicidad, rechazo y acción a escala internacional.
Aunque se trata de algo de tamaño inferior a la presa Ilisu o la destrucción de las comunidades indígenas suramericanas para dar paso al "desarrollo", la naturaleza de esta lucha para la supervivencia es la misma.
Tras el famoso desarrollismo de los años sesenta, la época que nos trajo la transformación de pueblos pintorescos como Benidorm en horribles junglas de cemento, se suponía que países como España se hicieran más conscientes de los problemas asociados con la especulación desenfrenada. Esto, por lo menos, es lo que creíamos. La destrucción sin sentido de una pequeña comunidad nos señala que no es así, sin embargo. Sólo sirve para anteponer los intereses del coche privado y los bolsillos de los constructores a los derechos de los habitantes de El Cabañal, y a la necesidad urgente de proteger los lugares pequeños y bellos.
Como visitante habitual de Valencia, me quedo horrorizada ante este plan tan miope e insensible. Propongo hacer todo lo posible para darle publicidad en el escenario más amplio.
Como escribió la antropóloga Margaret Mead: "Un pequeño grupo de ciudadanos concienzudos puede cambiar el mundo. De hecho, es lo único que ha sido capaz de hacerlo".- Rose Hutchison. Cambridge, Reino Unido.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.