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Abejas subjetivas

En el Museo Colecciones de la Fundación ICO se ha inaugurado una exposición del fotógrafo alemán Otto Steinert, uno de los máximos exponentes de la fotografía creativa del siglo XX. Otto Steinert comenzó siendo un anónimo estudiante de medicina y un fotógrafo aficionado, centrado en el aprendizaje de las cuestiones técnicas a través de una fotografía figurativa y documental. Después de la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, Steinert inicia un camino de experimentación con la imagen, que se aparta de la fotografía convencional y rescata la mirada y la orientación estética de artistas pioneros de principios de siglo, como Man Ray o Moholy-Nagy. De hecho, el propio Steinert organiza en los cincuenta una serie de exposiciones internacionales bajo el título de Fotografía subjetiva.Según los diccionarios, lo subjetivo se aplica, por oposición a lo objetivo, a aquello que se refiere al sujeto que piensa y siente y no a lo exterior a la mente de él. Así, la fotografía subjetiva sería aquella en la que lo esencial no correspondería al objeto que se mira, sino a la mirada que lo ve y en la que, en consecuencia, la intención del artista trascendería la mera reproducción. Si el objeto deja de tener una relevancia objetiva, su materia se transforma, se abstrae su configuración para dar paso a la libertad interpretativa de la recreación. Todo objeto abstraído pierde, pues, su carácter imperativo, su autoritarismo. Sterinert experimentó la libertad de la fotografía abstracta a través de métodos como la solarización, la impresión y superposición del negativo o el luminograma, el trato de la profundidad de campo o el tiempo de exposición, convirtiéndose, bien visto, en auténtico autor de objetos nuevos a la mirada.

Con el dinero pasa lo mismo que con los objetos, paisajes y rostros fotografiados por Steinert. Dependiendo del procedimiento por el que uno elabore su vida, de cómo uno piense y sienta, el dinero puede dejar de detentar su poder objetivo y convertirse en un objeto nuevo cuya configuración subjetiva no te produzca el más mínimo interés. No es fácil, pero es posible. Lo sé porque me han contado algo que está sucediendo en Soto del Real. Tele 5 ha levantado allí una casa para albergar a los personajes de su programa de máxima audiencia. Lo ha hecho en una cañada, terreno rural objetivo en el que está objetivamente prohibido edificar viviendas. Con lo que no contaban los de Tele 5 era con encontrarse allí a un vecino paradójico: un vecino objetivo (vive al lado de la casa ilegal), pero subjetivo (defiende particulares ideas sobre su propia existencia, muy al margen de lo exterior a la mente de él). El caso es que me han contado que este vecino era un profesional que vivía en Madrid y se convirtió al budismo, por lo que decidió asentarse en un lugar tranquilo en el que poder apartarse de lo mundano, dedicarse a la meditación y sobrevivir con la venta de la miel que producen sus abejas. Con la llegada de los de Tele 5, los grandes hermanos, los hermanos pequeños, los amigos, los parientes, los agentes de seguridad, los reporteros, los mirones, los del SAMUR, los piperos y demás fauna que ahora cruza la cañada, la meditación debe de hacerse imposible y creo que al budista se le han puesto los nervios de punta. Pero lo peor, al parecer, es que el tejado de la gran casa estaba construido de unas planchas reflectantes o dotado de unos focos de tal potencia que atraían, como cantos de sirena, a todos los insectos de la zona, cuyos enigmáticos cuerpecillos llevaban allí a achicharrar sin que siquiera unas cámaras de segunda registraran ese misterio de la vida que supone la muerte por exceso de luz. Las abejas, probablemente víctimas de su fina inteligencia, volaban también místicas hacia esa luz total de la parrilla. Incluidas las abejas del budista, que se ha cabreado y ha puesto una denuncia objetiva. Los de Tele 5, al parecer, cambiaron primero el tejado y tuvieron después que recurrir a un método que debía de parecerles infalible: la oferta de una buena cantidad de millones (de pesetas) para que se olvide de sus malditas abejas y se vaya un par de meses a meditar a otro sitio. Creyeron que, objetivamente, muchos millones son mucho más que muchas abejas, pero para el budista es tan subjetivo el valor del dinero como el valor de la miel y ha rechazado, libre, los millones. Como una foto de Steinert.

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