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"He contraído una deuda con el club"

Toni acabó pidiendo perdón a los aficionados por el error cometido en el primer gol del Espanyol

Concluido el partido, Toni cayó abatido, fulminado por una dolorosa sensación de culpa. Sabía que un buen trozo de la derrota del equipo le correspondía. Baraja trató de levantarle; Sergio y Arteaga intentaron reanimarle. Llegó mucha más ayuda, pero no hubo forma. Toni, el guardameta del Atlético de Madrid, sabía que el gol de Tamudo con el que el Espanyol se acomodó el partido nada más arrancar, fue un regalo suyo. Un bote innecesario, un exceso de confianza, tal vez consecuencia de esa costumbre tan suya de adornarse, de anteponer a veces ciertas cuestiones de estética a los asuntos propios del juego. En todo caso, Toni sabía que el 1-0 era culpa suya. Y por eso lloró. Y por eso acudió junto a la grada a pedir perdón a la hinchada, a regalarla sus guantes y su camiseta. Y por eso no le sirvió de consuelo el cántico de "Toni, Toni" de la afición, ni el abrazo de media docena de seguidores que, pese al esfuerzo policial, saltaron al campo a disculparle, tampoco el gesto comprensivo del grupo de aficionados que le obligó, ya fuera del campo, a bajarse del autobús y saludar. Toni estaba hundido. Su fallo era el remate de una temporada aciaga. Y supo asumirlo con dignidad.No ha sido un buen año el de Toni, no. Hace un mes perdió a su padre. Y en lo deportivo tampoco le ha podido ir peor. Perdió la titularidad en el Atlético a partir de la séptima jornada. Y el guardameta siempre sospechó que le retiraron de la titularidad de mala manera, tras la presión de los representantes de Molina, quienes, según algunas versiones, amenazaron al presidente Jesús Gil con la marcha al Real Madrid del portero si no empezaba a jugar.

Hace un par de días, después de haber recibido mensajes procedentes del entorno del seleccionador, José Antonio Camacho, de su segura presencia en la Eurocopa, se enteró de que se quedaba fuera de la lista, de que su lugar lo iba a ocupar Iker Casillas, el joven guardameta del Real Madrid. Y ayer, cuando confiaba en hacerse con el segundo título de su carrera -fue medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92-, el remate a su peor temporada.

Cogió la pelota, miró hacia el fondo y la botó con su acostumbrado aire confiado. No se percató de que por detrás iba a surgir Tamudo, para birlarle la pelota con la cabeza y marcar. Toni protestó al colegiado en el acto, también lo hizo camino de los vestuarios en el descanso, maldijo a su ex compañero Tamudo por lo que le había hecho... Pero sabía que el error era suyo, y se autoculpó de la derrota. "Hoy era el día, por mi padre. Llevo más de 300 partidos y ya no sirven para nada. Esto es injusto", gimió aún sobre el césped. "Más culpa tengo yo que he marcado un gol en treinta partidos", le disculpó Kiko.

Pero ninguna palabra de aliento le alejó a Toni de su certeza: "Lo siento por la afición, estoy muy mal. Sólo quiero que sepan que sigo en el Atlético, que he contraído una deuda con este equipo. Pero sólo me voy a permitir estar jodido esta noche".

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