Una hinchada para emocionar
Pocas hinchadas impresionan tanto en la derrota como la del Atlético. Pocas saben perder con tanta emoción, con semejante grandeza. Sucedió hace un año, en la final de Sevilla ante el Valencia, y volvió a ocurrir ayer ante el Espanyol. Y con el descenso aún caliente. Tuvo la hinchada del Atlético un comportamiento ejemplar, casi heroico. Especialmente en el cierre, cuando se las apañó para imponer sus gritos incluso sobre los de la parroquia del Espanyol. Acababa de ganar la Copa el club catalán, pero los cánticos que más se oían eran los del Atlético. El "Atleti, Atleti", el himno coreado de forma sincronizada por los casi 20.000 aficionados que acompañaron al equipo rojiblanco en la final, fue una manera conmovedora de cerrar una temporada. Ni más ni menos que la peor temporada de la historia del club. La secuencia final de ayer habla de una hinchada grande. Sólo un equipo es capaz de hacer coincidir en el tiempo la consumación de un descenso con la posibilidad de un título. Sólo un equipo puede llegar reparado moralmente y confiado a una final de Copa y tirarla a la basura en un momento, a las primeras de cambio, de la manera más tonta. Con un gol que pasará a los anales de la estupidez futbolística. Sólo el Atlético puede. Pero también sólo una hinchada consigue soportar como si nada semejantes extremos. Sólo una hinchada acierta a aguantar un baile tal en sus emociones. Sólo una, la del Atlético, es capaz de sobreponerse a todas las desgracias juntas, de perder una final de Copa, con el descenso del equipo aún caliente, y seguir llenando Mestalla de gritos de "Atleti, Atleti".
Gritó y gritó, cantó el himno, se las apañó para competir con la entusiasmada hinchada contraria. Incluso pasó por encima del más difícil todavía, de esa acción incomprensible que puso la final del lado del Espanyol. Las lágrimas de Toni a la conclusión del choque resultaron emocionantes.
Pero mucho más la actitud de una hinchada que es capaz de cerrar la peor temporada de su historia cantando el himno del equipo y dejando por instantes en silencio a la hinchada del Espanyol, que simplemente acababa de ganar la Copa.
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