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Travolta 'se aparece' en Cornellà

Ayer, la noticia del día en Cornellà, una población del cinturón industrial de Barcelona, fue la visita de John Travolta. La presencia del actor estadounidense revolucionó a la vecindad -sobre todo al sexo femenino-, que se acercó a El Corte Inglés de esa localidad, donde, por la tarde, la estrella del firmamento hollywoodiense cumplía con el ritual de la firma de libros. Pero los casi 300 ejemplares de Campo de batalla: la tierra, que autografió -con dos garabatos en los que sólo se distinguía una torcida J de John- no los había escrito él, sino L. Ron Hubbard, fundador de la Cienciología, polémico movimiento religioso al que pertenece el bailongo protagonista de Fiebre del sábado noche. Y es en esa obra de ciencia ficción en la que se basa la última película, de igual título, que interpreta -y también produce- el actor y que llegará a España el viernes de la próxima semana.Protegido por un impresionante despliegue de seguridad, Travolta llegó al centro comercial directamente desde el aeropuerto de El Prat. Congregó en la planta baja del establecimiento a medio millar de incondicionales y curiosos, de los que más de la mitad habían abonado las 1.250 pesetas que costaba el libro de Hubbard. Para tocar a su ídolo, besarlo o fotografiarse con él -hablar o hacerle preguntas no estaba permitido- tuvieron que rascarse el bolsillo y además hacer una larga cola. Hubo quien esperó hasta tres horas, algunos sin comer.

No les importaba nada que la novela comprada hubiera surgido de la imaginación del creador de la Cienciología, que predica una inconcreta conexión con la energía del universo para alcanzar la paz personal. Según los promotores de la asociación -considerada secta en algunos países-, esta armonía se logra mediante una feroz disciplina que incluye a veces severos castigos para los adeptos díscolos. En Francia, Reino Unido, Bélgica, Grecia, Alemania y también España -donde actúa con el nombre de Dianética-, los seguidores de la Cienciología han sido acusados y condenados por evadir impuestos y hacer negocios utilizando como tapadera la asociación religiosa, entre otros delitos. Tampoco les afectaba a los reunidos en torno a Travolta que éste sea hoy el principal propagandista de dicha iglesia. Solamente querían ver de cerca, muy de cerca a poder ser, a su ídolo. "Me da igual lo que diga el libro; no pienso leerlo, pero comprarlo para que lo firme era el único modo de conseguir fotografiarme con él", confesaba un treintañero, al tiempo que mostraba su veterana instamátic cuya tripa cobijaba el preciado trofeo.

Laia, una chica de 13 años, ni siquiera había oído hablar de la Cienciología. "¿Y eso qué es?". En el cuarentón sonriente, con traje claro de lino, cabello cortísimo y pasado de kilos que tenía delante sólo veía a aquel morenazo engominado que se meneaba como nadie y que enamoraba a Olivia Newton-John en Grease, un filme que, aseguraba la joven, "ni sé las veces que lo he visto".

Por la tarima en la que Travolta firmaba los libros, arropado por seis guardaespaldas -a ratos, más-, desfiló un variado muestrario de fans del actor. Señoras maduritas, adolescentes, algún que otro chaval y hasta madres con sus bebés. El actor se hartó de sostener a niños de meses y posar con ellos para los fotógrafos de la prensa. Incluso se acercó a él una extravagante pareja, que le pidió que le echara una firmita en sendas carátulas de Pulp fiction. Ella, una replicante de Courtney Love, reveló al bajar haber sentido "una emoción increíble" al juntar su mejilla con la de Travolta.

Por la noche, el actor asistió en un cine de Barcelona al preestreno de la película Campo de batalla: La tierra, que, pese a haber cosechado unas críticas nefastas en Estados Unidos, lleva recaudados ya más de 2.700 millones de pesetas. No sólo los especialistas han arremetido contra este filme, que recrea cómo será el mundo en el año 3000; también algunas organizaciones que militan en contra de las sectas han acusado a los productores de insertar mensajes subliminales de propaganda de la Cienciología. Travolta lo ha negado a través de un comunicado. Tal vez para evitar preguntas incómodas, el actor no concederá entrevistas a la prensa durante su estancia en España. Sólo dedicará algunos minutos a televisiones y radios.

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