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Globalización, capitalismo y anticapitalismo en la nueva era

En un mundo "que está moviéndose debajo de nuestros pies y sufriendo radicales mutaciones", José María Cuevas proclamó ayer el triunfo del sistema de economía de mercado, de la libertad de empresa y de la globalización. El referente, que apareció por todos los lados de su discurso, Estados Unidos, vencedor de la guerra fría, y los equivocados, "los agoreros que siempre piensan en economías de suma cero".A éstos, la realidad ha demostrado, según Cuevas, "que el ingreso de más países en la economía de mercado, ocasionado por la caída del comunismo, no solamente no ha producido el que los antiguos países que la ejercíamos tocásemos a menos, sino que se ha ampliado enormemente el horizonte de nuestros productos y servicios a nuevos mercados, y todos, sin excepción, estamos beneficiándonos de ello".

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Más aún, los grandes desequilibrios y tragedias que afectan a algunas zonas del mundo, en opinión de Cuevas, no son fruto del sistema, sino precisamente de la ausencia de sistema. Y puso como ejemplo todo un continente: África.

Occidente y África

"Si persistimos en un análisis por el cual Occidente es el culpable de la situación de África, mal podremos dar con el diagnóstico acertado y aplicar las soluciones correctas", afirmó. "Porque de las calamidades de África", concluyó, "apenas tienen culpa los países desarrollados, sino sus males endémicos: el tribalismo, el atraso, las guerras incesantes en medio de la enfermedad y el hambre", a los que se suman los "perniciosos movimientos de liberación nacional".

Proclamado el triunfo de la economía de mercado y el fin del comunismo, Cuevas analizó un fenómeno, la globalización, "que ha producido verdadera estupefacción en muchos" y ha provocado movimientos de protesta que sorprenden porque, en opinión de Cuevas, "la globalización es, en sentido estricto, la gran esperanza del mundo subdesarrollado".

Por ello, afirmó, las protestas contra un proceso que hoy por hoy se limita a las comunicaciones y al sector financiero son una paradoja que sólo se explica por el nacimiento de un movimiento anticapitalista, "en absoluto nuevo", que alimentan, entre otros, organizaciones no gubernamentales "que desean para los países pobres una receta harto improbable: que sean ricos como las naciones desarrolladas, pero que para ello no sigan el modelo de crecimiento que estas naciones siguieron en su día".

Frente a las críticas, conclusión rotunda de Cuevas: "Los pueblos que hoy son míseros no saldrán adelante sin ingresar en la economía de mercado".

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