La ciudad más feliz del mundo

A Coruña vivió ayer su segunda jornada de gloria entre la resaca y la euforia que no decayó por el título de Liga que logró el viernes el Deportivo. La ciudad entera no se levantó hasta el mediodía, pero a última hora de la tarde, decenas de miles de personas invadieron la plaza de María Pita, ante el balcón del Ayuntamiento, para aclamar a sus héroes. "Somos la ciudad más feliz del mundo", proclamó el alcalde, Francisco Vázquez, "y hemos hecho felices a millones de gallegos que viven en todo el planeta". El presidente, Augusto César Lendoiro, prometió que el título no se le "subirá a la cabeza" y recordó el ejemplo de la Liga perdida en 1994. "Entonces demostramos que supimos perder", dijo, "ahora demostraremos que sabemos ganar".La estatua de María Pita, la heroína de la ciudad, tenía ayer alrededor del cuello una bufanda blanquiazul. A su alrededor, la multitud prolongó el enfervorecido estado de ánimo del día anterior para acoger a los protagonistas de la gesta, entrenador, jugadores y directivos, que accedieron a través de una pasarela con alfombra roja, mientras por la megafonía sonaba el himno del club, y luego subieron al balcón del Ayuntamiento para ofrecer el título a los ciudadanos. Algunos aficionados incluso se encaramaron a los tejados de las casas ante la imposibilidad de entrar en la plaza. El título de Liga ha obrado algunos milagros, entre ellos el de reconciliar a dos viejos enemigos políticos, el socialista Vázquez y Lendoiro, militante del PP que se le enfrentó en tres ocasiones en disputa de la alcaldía. Ambos se saludaron ayer efusivamente y compartieron la fiesta con camaradería.

La muchedumbre no olvidó a los integrantes de la plantilla del equipo que en 1994 perdió la Liga en el último minuto. Y así, entre los jaleos a los nuevos campeones, se corearon con insistencia los nombres de Arsenio Iglesias - el entrenador de entonces, que por voluntad propia se ha mantenido al margen de las celebraciones- y de Bebeto, el recordado goleador brasileño, ahora en Japón, desde donde se mantuvo en contacto casi permanente con A Coruña durante la noche del viernes. El propio Lendoiro tuvo también en su discurso un recuerdo para ambos. Con todo, el nombre más coreado fue el de Donato, uno de los supervivientes de 1994 y autor del gol que abrió el viernes el camino de la victoria ante el Espanyol. A sus 37 años y dispuesto aún a prolongar su carrera, Donato se ha convertido ya en un mito del deportivismo y en un héroe popular en la ciudad. Entre el delirio general, el capitán de la plantilla y su jugador más emblemático, Fran, prometió que el próximo reto del club es obtener la Copa de Europa. "En el 95 os trajimos la Copa del Rey, ahora os ofrecemos la Liga y lo próximo será la Liga de Campeones", vociferó el jugador.

Antes de acudir a la cita en la institución municipal, la plantilla cumplió el rito de dedicar el triunfo a la Virgen del Rosario, la patrona de la ciudad. En la pequeña iglesia de Santo Domingo, su prior no dudó en considerar la consecución de título como un "acto heroico", alcanzado "en lucha contra los poderosos". Por primera vez desde la noche del viernes, la emoción embargó a Lendoiro, cuyo discurso se entrecortó en un par de ocasiones. El presidente recordó los difíciles momentos vividos por el club en sus 96 años de historia, pero, aprovechando que se encontraba en un recinto religioso, sentenció: "después del calvario, siempre llega la pascua". Lendoiro defendió el carácter multinacional de la plantilla deportivista aludiendo al carácter cosmopolita de la ciudad, "en la que nadie es forastero", según reza uno de sus lemas.