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Los estudiantes indonesios exigen la confiscación de la fortuna de Suharto

Los estudiantes indonesios, auténticos responsables de la caída de Suharto hace ahora dos años, reclaman la confiscación de la inmensa fortuna acumulada por el clan familiar del dictador durante los más de treinta años que concentraron el poder absoluto del país. Asimismo, los estudiantes exigen la inmediata desarticulación de los intereses y privilegios acumulados por la familia Suharto y un combate decidido contra la corrupción.

Los representantes de las organizaciones estudiantiles más importantes del país reconocieron la "legitimidad y confianza depositada en el actual Ejecutivo", pero precisaron que permanecen "en situación de alerta ante el posible incumplimiento de la transición democrática prometida al pueblo indonesio y el restablecimiento completo de la soberanía popular".Yervis Pakam, de 25 años, estudiante de informática y miembro del Comité de Acción Universitaria de Yakarta (Kam Jakarta), explica que "la familia Suharto y sus más fieles amigos siguen controlando las áreas económicas más importantes del país y tienen paralizado con su entramado de intereses las reformas más urgentes para el restablecimiento de la inversión exterior y la confianza de los mercados". Asimismo, Pakam informa de que las asociaciones universitarias y las organizaciones civiles más representativas y democráticas del archipiélago reclaman "no sólo la confiscación de sus bienes para reintegrarlos a la economía del Estado, de donde fueron robados, sino también el castigo por los crímenes contra la humanidad cometidos durante la dictadura".

Elly, de 27 años, estudiante de electrónica y miembro del denominado Foro Ciudadano (Forkot), la organización universitaria más radical, sostiene que "una gran parte de la deuda exterior del Estado debería ser pagada por el clan Suharto y no por el pueblo indonesio, dado que más del 40% de esa ayuda internacional fue robada a la población por la familia y los amigos del dictador". A su juicio, "el pueblo indonesio está harto de sufrir una explotación permanente; primero fueron los holandeses, después los japoneses, y más recientemente las compañías internacionales, que recompensaron jugosamente al clan Suharto por la explotación de las riquezas naturales del país, como el petróleo o el gas natural y los ricos yacimientos de oro, plata y cobre. Además, la explotación de esas riquezas nunca revertió en las zonas de origen, sino que fueron a parar, por completo, a manos de las empresas extranjeras y sus aliados en el país mediante altísimas comisiones y la participación en sus beneficios".

El representante de Forkot explica que los estudiantes "apoyarán al actual Gobierno de Abdurraman Wahid siempre que no se desvíe de su programa democrático y su política beneficie al pueblo indonesio. No podemos darle un plazo de tiempo para exigir esas transformaciones, pero observaremos de cerca sus medidas y sus efectos".

Por su parte, el activista del Frente de Acción Universitaria para la Reforma Democrática (Famred), Bernard, de 27 años y estudiante de Derecho, reconoce que muchos de los problemas actuales "son una herencia de la dictadura, pero eso no impide reconocer que los primeros nueve meses de la presidencia de Wahid no ha alcanzado resultados significativos". En su opinión, "el clan Suharto, muchos altos mandos militares y algunos amigos del dictador siguen controlando los grandes negocios del país, cuya red de corrupción está hundiendo al país en la mayor depresión económica de toda su historia. Las medidas adoptadas hasta ahora han sido meros maquillajes para aparecer en la prensa, pero la reforma económica aún está pendiente".

Asimismo, los estudiantes reconocen las peculiaridades históricas de algunas provincias del archipiélago que reclaman su independencia, pero se muestran contrarios a la desintegración del país. "Nosotros", dice Yerwis Pakam, "somos favorables a una amplia autonomía para esas regiones, pero no de su independencia. Apoyamos un alto grado de autonomía individual, política y económica, pero no la división territorial".

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[Ayer mismo, se repitieron los enfrentamientos interreligiosos en las Molucas que dejaron al menos 23 muertos y más de un centenar de heridos. Los choques entre cristianos y musulmanes en el archipiélago indonesio han provocado más de 3.000 muertes desde enero de 1999, informa France Presse].

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