Grave caída de Armstrong

La preparación para el Tour de Lance Armstrong, que marchaba como la seda, sufrió un brusco contratiempo el pasado viernes en un puerto de los Pirineos franceses. También su vida, la vida del ciclista que desafiando todo lo asumido ganó el pasado Tour poco después de haber sufrido un cáncer de testículos, corrió peligro. "Sí, pudo haber sido peor", reconocía Johan Bruyneel, el director belga del US Postal, "pero lo peor que sacamos del accidente es que debe modificar sus planes de preparación para el Tour a sólo dos meses del comienzo de la carrera".Ahora, Armstrong, de 28 años, se recupera con tranquilidad en su casa en las colinas sobre Niza (sur de Francia), con vistas al Mediterráneo.

Descendiendo un puerto, el Soulor, la rueda delantera de la bicicleta de Armstrong pasó sobre una piedra puntiaguda. Se oyó un estallido. El tubular se pinchó. Armstrong perdió el control de la bicicleta y la siguiente curva no la pudo tomar. Se fue al suelo. Su cabeza chocó contra el asfalto.

Armstrong, que siempre ha sido un ferviente defensor del uso del casco, no lo llevaba en ese momento, desgraciadamente. "Se dio un buen tortazo", describe directamente Luis García del Moral, médico del equipo del ciclista estadounidense, el US Postal. Antes de que llegara la ambulancia solicitada por Bruyneel, que le seguía en coche, le atendieron dos médicos que, curiosamente, estaban por allí de excursión. Armstrong tenía una herida incisa en la zona temporal, por encima de la oreja. No parecía grave, de hecho se le curó con unos cuantos puntos de sutura. Pero Armstrong también perdió el conocimiento. De allí, a Lourdes, la más cercana ciudad con hospital. Se le hizo una TAC, que no detectó nada peligroso, pero por precaución permaneció ingresado toda la noche. A la mañana siguiente, el sábado pasado, Armstrong regresó a su casa, suspendiendo su reconocimiento a la etapa pirenaica del Tour, que el próximo 11 de julio llevará a los corredores de Dax a la cima de Hautacam, al lado de Lourdes, pasando por el Marie Blanque, el Aubisque y el Soulor. La región ya traía malos recuerdos al ciclista de Austin. Hace cinco años, en el Tour de 1995, no lejos de allí, en el Portet de Aspet, sufrió una caída mortal su compañero de equipo Fabio Casartelli.

Armstrong no murió, pero sus antecedente de intervenciones en el cerebro obliga a todos los que le cuidan y preparan a ser cautos. Cuando el cáncer de testículos, Armstrong sufrió metástasis en el cerebro que fueron eliminadas con el bisturí. Las cicatrices en el cerebro son una zona hipersensible en caso de conmoción, cuando la masa cerebral choca bruscamente contra las paredes óseas que la encierran. Son zonas de lasitud, propensas al edema. "Tenemos que ser muy cautos", repite García del Moral. "Le hemos ordenado unos días de descanso relativo, sin someterse a las vibraciones de la bicicleta, por lo que hará horas y horas de rodillo". Su agenda de competición, que incluía, antes del Tour, la Bicicleta Vasca, el Dauphiné Libéré y la Ruta del Sur, ha quedado de momento congelada. "Es un contratiempo, sí", dice del Moral, "pero no irreversible. Quedan dos meses para el Tour y aunque esto suponga un freno y una pérdida de ritmo, tiene tiempo para recuperar el buen punto".

De todos los favoritos para ganar el Tour de 2000, Armstrong era precisamente el único que seguía su programa de preparación sin problemas. El alemán Jan Ullrich (ganador del Tour de 1997), por ejemplo, sufrió el invierno y la primavera problemas de sobrepeso y no ha competido aún en Europa (espera debutar la próxima semana, en la Midi Libre); el italiano Marco Pantani (Tour de 1998) sufre una profunda depresión por sus problemas con el hematocrito y la justicia y apenas ha competido un par de días esta temporada (la semana pasada anunció que renunciaba al Giro).