Una exposición de 34 piezas refleja el cambio que inició tras un viaje a India

La pintora Marta Cárdenas (San Sebastián, 1944) se niega a instalarse en la comodidad aunque eso suponga romper con todo. La artista obvia etapas anteriores en las que la realidad se hacía evidente y se adentra con seguridad en el mundo de la abstracción más colorista. Sus guías siguen siendo las mismas, pero la pasión por la naturaleza que siempre ha evidenciado en sus cuadros aflora ahora con mayor fuerza expresiva. Cárdenas regresa a la Galería Dieciséis de San Sebastián con una treintena de obras.

Treinta óleos sobre madera, acrílicos y piezas sobre papel, que remiten al colorido que le cautivó en un viaje a la India. La exposición, que permanecerá abierta al público hasta el próximo 10 de junio, sorprenderá a quienes vieron su anterior muestra en Galería Dieciséis. Lo reconoce ella misma: "Ha sido un cambio muy brusco. Había llegado un punto en el que la síntesis y la economía en el paisaje no podía ir más lejos". La artista, una mujer inquieta, observadora y en permanente búsqueda de nuevas vías, huyó del tedio. "Me daba cuenta de que era muy aburrido pasarme toda la vida pintando lo mismo". Cárdenas empezó a experimentar, se enfrentó al color desde una nueva perspectiva en la exposición Ropa tendida, se dedicó a pintar los barcos de pesca en el puerto de Guetaria durante un verano y en otoño de 1997 viajó a la India. Toda la nueva exposición está apoyada en la voluntad de la artista de experimentar, de buscar algo que cambie completamente su obra, no quedarse estancada.

Éste fue el detonante que provocó un giro radical en su forma de enfrentarse al cuadro. "Llegar allí fue como un tortazo, los colores me causaron una impresión grandísima, sobre todo, los de las ropas de las mujeres; combinaciones muy armónicas pero con tonos muy violentos". La artista tomó nota de cada detalle y a su regreso a Madrid improvisó su estudio en un invernadero de la estación de Atocha y comenzó a pintar plantas tropicales.

"Ejercicios"

Cárdenas experimentó durante algún tiempo, realizó pequeñas piezas para luego enfrentarse a formatos más grandes. El resultado de este trabajo, los ensayos y los grandes óleos, cuelga de las paredes de la galería. "Casi todo lo que hago", dice Cárdenas, "son ejercicios". Es una manera de extender los umbrales de mi sensibilidad y de mis posibilidades técnicas". La obra de la artista, licenciada en Bellas Artes, siempre ha estado vinculada a la naturaleza y ahora surge en el cuadro de manera abstracta.

Los trazos de sus pinturas dejan asomar parras de kiwis, árboles dibujados desde el suelo o imágenes de vidrieras por las que se cuela la luz. Cárdenas trabaja en plena naturaleza, se empapa de ella. "El aire libre", afirma, es el mejor estudio que existe, el que más espacio te da, más luz, más libertad. Para mí es un vício". La mayoría de los cuadros de esta muestra se inspiran en las formas vegetales de Vidania, refugio en el que la artista además de pintar, practica el euskera que ha aprendido en Madrid.

La exposición está llena de sorpresas para quienes conocen los parámetros en los que se ha movido Cárdenas. Sus cuadros tienen formas irregulares, por eso muchos están realizados sobre madera.