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36ª Jornada de Liga

El Madrid juega con fuego

Los madridistas pierden con el Alavés tras un pésimo partido y se apartan de los puestos de la Liga de Campeones

José Sámano

En sólo tres días el Madrid ha dilapidado la euforia europea. Su tránsito en la Liga es tan penoso que anoche, de un plumazo, dio paso en la clasificación al Alavés y al Valencia. La realidad dicta que hoy día está fuera de la Liga de Campeones, donde precisamente se ha aupado de forma extraordinaria el equipo alavés. Y donde ya apunta vertiginosamente el Valencia, el único que no parece excusarse con la aventura europea, a pesar de tener una plantilla más corta. Irreverente con su hinchada, el Madrid despachó de nuevo un partido patético. Sin alma y sin fútbol. De espaldas al importantísimo botín que había en juego, los de Del Bosque trazaron un encuentro lleno de grietas. Sin capacidad ninguna para marcar el ritmo, para fijar las distancias frente a un rival recio y animoso al que nunca superó.El duelo arrancó con un Madrid resacoso, con la fiesta europea en sus entrañas. Con medio aforo en Chamartín y varios suplentes sobre el césped, el choque quedó a los pies de los visitantes. A merced del grado de exigencia que impusiera el Alavés, que no es un equipo cualquiera. Ni mucho menos. A falta de talento, derrocha orden, agresividad y espíritu. Atributos que resbalan al Madrid en los torneos domésticos. Con telarañas en el depósito, el equipo ha decidido apostar el todo por el todo al tesoro europeo. Demasiado riesgo.

REAL MADRID 0-ALAVÉS 1

Real Madrid: Casillas; Julio César, Helguera, Karanka; Michel Salgado, Karembeu, Roberto Carlos; McManaman (Ognjenovic, m.67), Baljic (Meca, m.77); Anelka y Savio.Alavés: Herrera; Contra, Karmona, Téllez, Torres Mestre; Desio, Morales; Nan Ribera (Ibon Begoña, m.7), Astudillo, Magno (Kodro, m.70); y Javi Moreno (Azkoitia, m.58). Goles: 0-1. M.87. Azkoitia, llegando desde atrás, se adelanta a Helguera y Casillas en el primer palo y marca de cabeza a la salida un saque de esquina. Árbitro: Bueno Grimal. Amonestó a Téllez, Contra, Morales, Ibon Begoña, Desio, Michel Salgado y Roberto Carlos. Alrededor de 35.000 espectadores en el Santiago Bernabéu. Nan Ribera se retiró lesionado a los vestuarios en el minuto 7 del partido tras sufrir un tirón.

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Con Raúl y Redondo en el sofá y Morientes en el banquillo, Del Bosque puso en el escaparate a un puñado de suplentes. Eso sí, un elenco de jugadores que uno a uno triplican en el mercado a todo el Alavés junto. La ocasión era propicia para que Savio se dejara ver como delantero, donde reclama ser anclado. Para que Karembeu y Julio César reivindicaran su ego tras meses de tinieblas. Era el día de Anelka y de Baljic... Pero sólo el bosnio dejó alguna huella interesante. Al ritmo que marcaba Ka-rembeu el Madrid dibujó un juego plano, completamente pálido. Como si el cartel del partido fuera menor.

Es cierto que el calendario está muy cargado; aunque no para todos. Son los más frescos los que en ocasiones como ayer se comportan como simples teloneros. Y el Madrid lo paga en exceso, porque no está sobrado y en el fútbol actual es muy fácil tener un apretón. Da igual la etiqueta del contrario. El ánimo y la fe son valores supremos. Sin ellos el Madrid fue desnudado por el Alavés. Lo pasó fatal cuando el contrario se desmelenó y apenas goteó algunas jugadas de ataque cuando los de Mané decidieron darse un respiro. El único madridista fiel a sí mismo fue Ka-rembeu, que en su enésima oportunidad quedó definido: no da para más. Le falta talento y, sobre todo, conocimientos del juego. Una pizca de doctorado le facilitaría, al menos, sacar rendimiento a su poderío físico.

Con la lección conocida de memoria, el Alavés soltó arriba a Javi Moreno y se arropó en la media cancha. Su empeño en la tarea le permitió desarmar una y otra vez cada parsimoniosa posesión del Madrid. Pero Moreno no hizo de Munitis y el Alavés pasó la jornada más angustiado de la cuenta. Le faltaron recursos para resolver frente a Casillas, lógico al tratarse del tercer equipo menos goleador del campeonato. Pero Herrera nunca tuvo un nudo en la garganta, salvo en un remate de cabeza de Savio en el tramo final y otro de Anelka en el último suspiro. En ambos estuvo magnífico el meta argentino del Alavés.

Sólo Baljic en el primer periodo inquietó tibiamente a los vitorianos. El bosnio dejó constancia de su verticalidad y su excelente rosca en carrera. Si no tuvo más brillo fue porque Anelka estuvo dimitido toda la jornada. Apenas encendió la luz en un desmarque recién estrenado el segundo periodo que le dejó solo frente la portería rival. Todo estaba a su favor, como a él le gusta. Pero maltrató la pelota con la uña y la pifió. Algo más ofreció Savio, al que le cuesta resolver porque no es un goleador acreditado. El brasileño explota lo mejor de sí mismo cuando encuentra el socio adecuado. Pero Anelka va por libre, como un fantasma. Vive otro mundo y juega como vive.

De esta forma, el partido siempre tuvo mala pinta para el Madrid. Y excelente para el Alavés, que dio la sensación de asustarse con tanta placidez en un escenario de semejante rango. Muy a su pesar, la pereza del Madrid le invitó una y otra vez a meterle el cuchillo al duelo con más decisión. Así llegó el gol, tras un córner mal defendido que aprovechó Azkoitia para martillear a Casillas con un cabezazo limpio que colgó la pelota de la red. Justo castigo para el Madrid, tan holgazán toda la noche. Un azote para un equipo que se ha acostumbrado a racanear el esfuerzo. Ha decidido jugar con fuego y se puede quemar si se le atraganta la etapa de Múnich. Si llega, la penitencia será dura: redimirse en la futura Copa de la UEFA, un torneo sin mayor gloria para una entidad que como otras tantas de su misma dimensión reclama con empeño en los despachos una superliga continental.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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