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Éxito televisivo y financiero de la versión alemana de 'Gran hermano'

Pilar Bonet

El programa Big brother (Gran hermano), que se emite en Alemania desde marzo, se ha convertido en el de mayor éxito de la RTL 2 desde la fundación de esta televisión privada en 1993 y en una rentable fuente de ingresos para sus creadores, la compañía holandesa Endemol. El espectáculo, que se emite a diario durante 45 minutos, es una combinación de material en directo y secuencias en diferido. Pero su popularidad no fue inmediata, lo que tranquilizó a los sectores sociales (incluidos representantes eclesiásticos) que lo habían criticado, e hizo creer a muchos analistas que, a la hora de fisgar en la vida privada de los demás, el público alemán era diferente al holandés.

Tras un total de 3,35 millones de espectadores en el estreno (con un 10,6% de cuota de mercado), la audiencia osciló por debajo de esa cifra hasta remontar algo a finales de marzo. Pero la situación cambió sustancialmente en abril, cuando se registraron cuotas que rebasaban en varios puntos la inicial y en dos ocasiones los espectadores han superado los cuatro millones de espectadores (el 9 de abril, 4,71 millones, y el 23, 4,03 millones).Los verdaderos entusiastas del programa son los jóvenes, que constituyen el grueso del público.En la categoría de espectadores entre los 14 y los 29 años, Big brother ha alcanzado un 25,8% de audiencia. A medida que la serie ha ido avanzando, los alemanes, ayudados por la prensa popular, se han aprendido los nombres de los competidores al premio de 250.000 marcos destinado al ganador o ganadora.

El público sigue con interés la eliminación de candidatos y han reaccionado activamente ante la expulsión de Zlatko, un macedonio de 24 años, que le ha sacado partido a la emisión: un disco con la canción Me atormenta la nostalgia, comercializado por Bertelsmann, y que ha vendido ya más de medio millón de unidades.

Explotación comercial

Zlatko, que ya tiene trabajo asegurado para el futuro en otro espectáculo parecido (un concurso en una isla desierta), fue acompañado por casi 7.000 personas cuando abandonó la casa prefabricada de Huerth, en las afueras de Colonia, donde se realiza el experimento. Los fans provocaron un embotellamiento en la autopista, aparte de nuevas incomodidades a los vecinos de la casa, que se han quejado reiteradamente por la falta de aparcamiento y los trastornos que les ocasiona el espectáculo.

La explotación comercial de la emisión es exhaustiva. La productora ha editado una revista titulada Big Brother, que tiene una tirada de más de medio millón de ejemplares. Los temas de la revista, que ya va por su séptimo número, son una prolongación del espacio televisivo, con elementos de refuerzo tales como explicaciones para ayudar a entender las formas dialectales del alemán que emplean los habitantes de la casa, mayoritariamente de la región del Rin, o disquisiciones psicológicas sobre sus reacciones, y numerosas fotos e historias de sus relaciones en clave de telenovela. A esto se añaden los vídeos, los juegos, las camisetas, gorras y la ropa interior que se ha lanzado con el logotipo del programa.

Además, la cadena RTL ha encarecido la publicidad. Los anuncios de treinta segundos, que hasta ahora costaban 32.000 marcos, costarán 39.000 a partir del 20 de mayo, lo que refleja el incremento de la demanda publicitaria, gracias a la alta cuota de público de edades entre los 14 y los 29 años.

Para los espectadores que no tengan suficiente con los 45 minutos diarios de banalidad, existe la posibilidad de contemplar el espacio en directo 24 horas a través de la página de la RTL en Internet, donde la oferta es filtrada en aras de una mayor rentabilidad todavía. A la versión normal de lo que sucede en la casa prefabricada (cuya página está entre las diez primeras web alemanas por el número de visitantes), se le añade una versión más intensa, gracias a las cámaras de infrarrojos, que permiten captar los detalles más íntimos de la vida en el contenedor de Gran hermano. Allí quedan John, Alexander, Sabrina, Jürgen, Andrea y Verena.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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