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Fallece Gino Bartali, el último superviviente del ciclismo de leyenda

Gino Bartali un mito del ciclismo italiano y mundial, tres veces vencedor del Giro y dos del Tour, gran rival de Fausto Coppi, falleció ayer de un ataque al corazón en su casa de Florencia. Tenía 86 años. Su mujer, Adriana, y sus tres hijos le acompañaron hasta el último momento. La muerte de Bartali provocó conmoción en Italia. "Era el último vínculo con el ciclismo épico de otra época", señaló Alfredo Martini, otro histórico del ciclismo.

Desde el ex primer ministro Giulio Andreotti -como Bartali un profundo católico-, hasta el secretario general del partido de los Demócratas de Izquierda (antiguo PCI), Walter Veltroni, recordaron con emoción las múltiples gestas deportivas del fallecido. "Fue un magnífico embajador de la Italia de posguerra", declaró Giancarlo Ceruti, presidente de la federación italiana. La figura de Bartali, católico e inclinado políticamente hacia la Democracia Cristiana, se oponía deportiva e ideológicamente a la de Fausto Coppi, un hombre marcadamente de izquierdas. Sobre la bicicleta, el estilo de Bartali era el de un luchador inasequible al desaliento, dispuesto siempre a poner en juego todas sus energías. Coppi, al contrario, era el ciclista elegante, bello, el deportista lleno de talento, capaz de salidas memorables, pero tocado con un aire de melancolía.

El duelo deportivo entre los dos estaba cargado con la eterna rivalidad de las dos italias, por otra parte, perfectamente capaces de convivir entre sí. Bartali alcanzó la gloria en los duros años del fascismo con sus victorias consecutivas en el Giro de Italia en 1936 y 1937, rematadas de manera genial con el Tour de Francia el año siguiente. Diez años después, en 1946, volvería a sorprender y emocionar a los aficionados conquistando la maglia rosa y, dos años después nuevamente, el Tour, apuntándose además la victoria en 12 etapas. Su vida deportiva concluyó con un triunfo relámpago en el Giro de Toscana, en 1950.

Como deportista retirado Bartali criticó a menudo los nuevos usos del ciclismo, tan alejado del practicado por él y por Coppi. Un mundo gobernado por patrocinadores en el que ha asomado de manera inquietante el fantasma del dopaje. "Todo está equivocado. Habría que empezar de nuevo desde el principio", solía decir el campeón, incluso en los años mejores de su carrera.

Más allá del descomunal listado de éxitos deportivos, Bartali está asociado de forma indeleble a la memoria política italiana. Una medio leyenda le atribuye ni más ni menos que el milagro de haber abortado una incipiente guerra civil con su triunfo en una etapa del Tour, la del 14 de julio de 1948. Ese día, el líder comunista Palmiro Togliatti sufrió un atentado que hizo temer en un primer momento por su vida. En tiempos en los que el PCI italiano era sólo inferior en afiliados y solvencia económica al Partido Comunista soviético (PCUS) la noticia cayó como una bomba entre los afiliados, que inmediatamente organizaron una manifestación multitudinaria, dispuestos a tomarse la justicia por su mano. El primer ministro, el democristiano Alcide de Gasperi, dicen, llamó a Bartali y le pidió que ganará la etapa del día "para Italia". Dicho y hecho. Bartali se impuso como gran escalador y ofreció el triunfo a su país.

"Decir que evitó una guerra civil me parece algo excesivo", señaló ayer Andreotti, "pero es cierto que su victoria, aquel día, contribuyó a calmar los ánimos".

Nacido en Ponte a Ema, a pocos kilómetros de Florencia, el 14 de julio de 1914, Bartali era muy admirado en su ciudad natal, donde se está construyendo un museo dedicado a su vida deportiva. Cuando cumplió los 80 años, Ponte a Ema le dedicó tres días de festejos. Su muerte ha caído como un mazazo en la población.

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