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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El papelón

El PNV considera probado que ETA miente al decir que existía un pacto con los nacionalistas porque la propia ETA rechazó las matizaciones -Arzalluz habló de especificaciones- añadidas por el PNV y EA al texto principal del supuesto acuerdo a tres. Con independencia de lo que ese papel pueda probar, Arzalluz y Egibar lo tenían fácil si querían convencer de que no había tal pacto: anunciar la ruptura de la alianza con su brazo político, EH, constituida sobre la base del alto el fuego y de los puntos esenciales del virtual pacto: la constitución de un organismo de base municipal y ámbito "euskaro", como alternativa a las instituciones nacidas del Estatuto de Gernika, y la ruptura de los pactos con las fuerzas no nacionalistas.El hecho de que ETA no incluyera ese documento en el informe publicado estos días en Gara podría ser invocado a favor del PNV. Al partido de Arzalluz le ampara en este punto una presunción favorable. Sin embargo, sigue en pie la cuestión de fondo: si se comprometió o no a aceptar la estrategia propuesta por ETA y cuyo objetivo no era la paz, sino la independencia mediante el chantaje de la pacificación. En las propias precisiones del PNV se habla del "acuerdo que hemos firmado", y la interpretación del mismo planteada a ETA -y rechazada por ésta- en ningún momento pone en cuestión su contenido. En algún punto, casi lo refuerza, como cuando establece que la alianza nacionalista en las instituciones, con exclusión de populares y socialistas, se hará efectiva en las entonces inminentes elecciones autonómicas. Y la precisión de que excepcionalmente podrá recurrirse a un cuarto socio se justifica por el objetivo de no dejar "el control de las instituciones vascas en manos no abertzales".

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El secreto podía resultar funcional para ocultar el contenido no democrático de un pacto de cuya plasmación se hace depender la paz y que implica de entrada la exclusión de al menos la mitad de la población y la adopción por todos los partidos de lo esencial del programa independentista de ETA. Las puntualizaciones sobre los ritmos y modalidades de aplicación son poca cosa comparadas con lo que se acepta, y además, a cambio de una tregua que en realidad no es indefinida, sino de cuatro meses, lo que se oculta.

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En 1999, el PNV rechazó la estrambótica propuesta de ETA de elecciones constituyentes saltándose la legalidad de dos Estados y la reiterada voluntad de la mayoría de los navarros, vascos franceses y ciudadanos de Euskadi. Ese rechazo es el principal aval del PNV para seguir siendo considerado un partido democrático. Pero sigue faltando la reflexión sobre qué mensajes transmitió en sus contactos con ETA para que Mikel Antza y compañía considerasen seriamente la posibilidad de que el nacionalismo democrático fuera a respaldar unas elecciones en las que se propone la "marginación de todas las fuerzas extranjeras que puedan resultar un obstáculo" para su celebración.

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