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Reportaje:

Violentos de domingo

Jorge A. Rodríguez

Un estudio de la policía contabiliza10.000 ultras en el fútbol, de los que 970

son violentos de izquierda y derecha

Basta con un domingo de fútbol para conocerlos. "Son tipos ordinarios. No despuntan en nada de lunes a viernes, pero aprovechan los fines de semana para reunirse tras las porterías de los campos de fútbol, convertirse en protagonistas y dinamitar el partido si hace falta". Christian Bromberger, antropólogo de la universidad de Provenza, definió con este desdén a los ultras del fútbol. Esos tipos que se reúnen en los fondos de los estadios, amparados por masas de pacíficos aficionados, dipuestos a "enfrentarse cuando la situación lo exige", capaces de "hacer una cruzada por el amor a unos colores y a realizar todo tipo de acciones por el club", según autodefinición del Frente Atlético. Y capaces de embadurnar una bengala de tomate y mostaza para introducirla clandestinamente en un campo como un perrito caliente.Dos inspectores jefes del Cuerpo Nacional de Policía, Damián Sedano y José María Seara, han sistematizado en un informe financiado por la UEFA el mundo de los grupos ultras vinculados al fútbol en España. Su estudio suma casi 10.000 seguidores de estos grupos. "Pero, ojo, no todos son violentos: sólo un grupito de ellos son peligrosos, la mayoría vinculados con los skin heads [cabezas rapadas]", precisa Seara. El informe desgrana a unos 640 rapados de derecha y otros 330 de izquierdas (skin red), considerados violentos. Muy violentos.

El informe de Sedano (ex jefe de la Oficina de Nacional de Deportes, jubilado) y Seara (portavoz de la Dirección General de la Policía) subraya que el grueso de los grupos ultras del fútbol está compuesta por gente que "no es partidaria de la violencia" y cuya actuación "se limita a animar al equipo". Pero entre ellos se han colado grupúsculos agresivos, "entre los que predominan los skin heads con toda la simbología neonazi que caracteriza a esta tribu urbana".

Estos violentos forman un escuadrón de 970 individuos, distribuidos en 16 hinchadas diferentes. Su objetivo principal en la grada es "la violencia colectiva", con "comportamientos vandálicos amparados en el anonimato de la masa", en la que se sienten seguros porque "nadie es responsable". Los autores subrayan que los skins casi han nacido en las gradas.

"En un principio, los skins tuvieron sus focos de incubación y expansión en los campos de fútbol, a causa de su relación con grupos de jóvenes aficionados ultras que alimentaban estas peñas". Sedano y Seara están convencidos de que lo que les une es "una cultura del gamberrismo juvenil" por encima de "conviccciones ideológicas profundas". Los skin heads del fútbol identificados, pese a su inconsistencia ideológica, se agrupan bajo símbolos nazis, se autodefinen como racistas, violentos e intolerantes, "proclaman la superioridad de la raza blanca, atacan el mestizaje y consagran el antisemitismo". Se alinean como "tropa de choque en los graderíos", ya que la violencia es "parte de su vida cotidiana", y se sienten satisfechos del miedo que infunden. Para sus ataques actúan en grupos de número variable, "10 o 12 normalmente" y sus "mayores enemigos son los punkies, hacia los que descargan su violencia y sus víctimas son marginados e inmigrantes".

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Entre sus acérrimos enemigos también se encuentran los skin red, de ideología izquierdista, quienes "se organizan en grupos estables y editan fanzines ocasionales en los que analizan distintos aspectos sociales".

Más radicales aún, los sharp, o cabezas rapadas contra el racismo, "compuestos por grupúsculos antirracistas y antifascistas". Los dos inspectores jefes han trazado un mapa por autonomías con la distribución de los grupos ultras, con indicación del número y clase de los violentos.

- Asturias. Entre los Symmachiarii del Real Oviedo y los Ultra Boys del Sporting, "enemigos irreconciliables", suman unos 580. Los primeros se definen como apolíticos pero dentro de los segundos "conviven unos 25" skin heads.

- Galicia. Los Riazor Blues suman 1.000 simpatizantes, con "un grupo apreciable de skin red". El Celta de Vigo ha visto nacer a los Celtarras, unos 300 individuos, que ha sufrido varias secesiones de marcado carácter nacionalista. Treinta de ellos son skin red.

- Andalucía. Los 300 béticos del Supporters Gol Sur se identifican con la extrema derecha, especialmente un grupo de 20 rapados, agrupados en torno a banderas preconstitucionales. Sus enemigos acérrimos son los Biris Norte del Sevilla, unos 1.000, con ideología de izquierdas. Entre el malagueño Frente Bokerón, el Frente Onuba del Recreativo, los Ultra Sherry del Xerez y las Brigadas Amarillas del Cádiz se aglutinan otros 1.000 jóvenes.

- Aragón. El Ligallo Fondo Norte del Zaragoza repudia a los equipos vascos. Compuesto por unos 300 jóvenes, alberga a 40 skin heads que odian a los Indar Gorri de Pamplona.

- Castilla y León. Sólo entre los 300 miembros de los Ultras Violetas del Real Valladolid se ha detectado a un grupúsculo de 30 rapados de derechas.

- Castilla-LaMancha. Los grupos radicales más importantes son las Brigadas Blancas, de Albacete, y los toledanos Komandos Verdes y Escuadra Imperial. Cincuenta brigadistas, son skin heads.

- Madrid. El Atlético de Madrid tiene "el grupo más numeroso del panorama ultra, integrado por unos 1.500 simpatizantes", cuyos enemigos por definición son los 500 miembros de los Ultras Sur del Real Madrid. El informe dice: "Ambos grupos reúnen a punkies, heavies y a un conflictivo y numeroso grupo de skin heads, unos 40 los atléticos y un mayor número los madridistas".

- Extremadura. "Grupos tradicionalmente enfrentados", las Legiones Sur de Mérida reúnen a 65 componentes, de los que 15 son skin heads, mientras Infierno Pacense, del Badajoz, lo componen 150 hinchas, 10 de ellos rapados.

- País Vasco. Herri Norte Taldea, Abertzales Sur y Comando Rojiblanco, del Atletic de Bilbao, suman unos 80 skin red, mientras que la Peña Mujika suma otros 40 rapados de la misma ideología.

- Navarra. Los Indar Gorri son unos 400 individuos, entre los que se han colado 30 skin red.

- Cantabria. De los 230 racinguistas de Juventudes Verdiblancas, unos 30 son rapados de izquierda.

- La Rioja. Los Gaunas Sur, antiosasunistas, acogen a 20 skin head.

- Cataluña. Los 800 Boixos Nois del Barcelona es el que más violentos agrupa: 80 skin catalanistas, 100 red skin y otros 50 casuals, rapados de derechas que han abandonado la parafernalia nazi. Las Brigadas Blanquiazules, sus enemigos, "aportan el mayor número de skin heads del panorama ultra, unos 150", según el informe.

- Valencia. Los valencianistas Yomus y Gol Gran, con 500 y 180 seguidores, respectivamente, soportan 30 skin heads, la mayoría de ellos, yomus. También los Jove Elx de Elche tienen unos 15 skin, enemigos acérrimos de Las Banderas, del Hércules. Los Ultras Levante suman 15 skin heads.

Protegidos primero, repudiados después

El amplio informe policial, de 132 páginas, revela los mecanismos de financiación de los grupos ultras y cómo, en un principio, fueron protegidos por algunos directivos de clubes de fútbol, para ser proscritos, al menos en parte, después. "Varios directivos fomentaron y protegieron la formación de los grupos ultras en sus comienzos", pero la mayoría "adoptó una actitud pasiva", permitiendo "su impunidad y el crecimiento de la violencia y la intolerancia en los fondos".Otros directivos, según el amplio estudio, "llegaron a utilizar a estos fanáticos como una especie de guardia pretoriana o bien como reventadores de asambleas deportivas conflictivas e intimidadores de candidatos rivales en procesos electorales". Pero ahora, según Sedano y Seara, "los grupos ultras que contaban con la simpatía de los aficionados y de los propios jugadores (...) han quedado prácticamente marginados".

Los ultras suelen financiarse con la venta de objetos de mercadotecnia en los alrededores de los estadios y con "la reventa de localidaes previamente entregadas por los clubes para acceder a las gradas del estadio". Incluso algunos se han financiado con "aportaciones de jugadores". El panorama cambió radicalmente cuando algunos juzgados declararon a los clubes responsables civiles subsidiarios de las conductas delictivas de sus hinchas. Mano de santo.

Enemigos unidos por los colores

Las gradas de los campos de fútbol funcionan como un crisol inimaginable. Al calor de los goles, en los fondos respectivos, se juntan ultras de tribus variadas (heavies, punkies, skins, mods, rockers...), pacificados por los colores del su equipo. "Esta composición heterogénea difícilmente podría darse fuera de las canchas", dice el estudio: "El sábado por la noche se pelean entre ellos pero el día del partido se unen en defensa de la causa común: el equipo". Juntos y revueltos en los campos, cada grupo tiene su propia forma de ser y de actuar, aunque Sedano y Seara han podido trazar un retrato común de los futboleros radicales españoles.Suelen ser jóvenes varones (hay un 7% de mujeres), de entre 16 y 25 años, enfundados en calzado deportivo, tejanos y cazadoras de cuero negro o de nylon verde, tocados todos con bufanda del equipo. Su imagen es "agresiva", con pelo rapado (en ocasiones) y "movimientos en camada" dentro y fuera de los estadios". En su mayoría proceden de las clases baja y media, "salvo los que se identifican con movimientos de extrema derecha, que suelen pertenecer a la clase media e incluso algunos a la media-alta", afirman los autores del informe. Entre el 8% y el 10% está en el paro.

El partido es la excusa

El partido es la excusa: "Apenas prestan atención al desarrollo de los partidos; el espectáculo son ellos mismos". Se divierten provocando: queman banderas de los equipos rivales o de las comunidades autónomas de procedencia, "lanzan al campo cualquier tipo de objeto, explosionan petardos y encienden bengalas". El consumo de cerveza en vaso de plástico es otra seña de identidad, al igual que el uso de estupefacientes.

El catalizador inicial de algunas de las tribus urbanas fue la música -los skins gustan del ska, los mods se apasionan por The Who (Quadrophenia es una película totémica para ellos)- y cada son impone un atuendo. Los últimos en llegar han sido los bakaladeros y ya se han hecho notar. "Hacen su aparición a finales de los ochenta, coincidiendo con el auge de la música bakalao. Los nacional-bakala se definen por su fanatismo patriótico y su pasión por la música bakalao. Visten pantalones estrechos, camisetas ajustadas, zapatillas de deporte o botas de la marca Dc Martens y suelen ser violentos. Se hallan próximos a los skind-head y consumen drogas de diseño".

La referencia al calzado que introducen Sedano y Seara no es gratuita. Las botas de la citada marca o similares con puntera de acero se declararon en Inglaterra "armas ofensivas y se prohibió la entrada con ellas en los estadios", dice el libro. Incluso los policías solían quitarles los cordones a todos los que entraban con estas botas, con el fin de impedirles o dificultarles el correr o pelear.

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Sobre la firma

Jorge A. Rodríguez
Redactor jefe digital en España y profesor de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Debutó en el Diario Sur de Málaga, siguió en RNE, pasó a la agencia OTR Press (Grupo Z) y llegó a EL PAÍS. Ha cubierto íntegros casos como el 11-M, el final de ETA, Arny, el naufragio del 'Prestige', los disturbios del Ejido... y muchos crímenes (jorgear@elpais.es)

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