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El nuevo impuesto sobre la renta se pone a prueba con la campaña que se inicia hoy

La cita anual con Hacienda que hoy comienza es, para unos 14 millones de contribuyentes, una ocasión especial. Aunque entró en vigor el año pasado, el nuevo IRPF vive hoy su verdadero estreno, cuando se abre el plazo para presentar las declaraciones correspondientes a los ingresos de 1999. Durante los dos meses que dura la campaña, cada uno sabrá si le ha bajado de verdad el impuesto y cuánto. Para ello, deberá rellenar los impresos o acudir a Hacienda en busca de ayuda, porque los nuevos modelos de declaración -desaparece la abreviada- son más largos y complejos.

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Hacer la declaración de la renta es siempre engorroso y mucho más cuando se trata de un impuesto que prácticamente no tiene nada que ver con el vigente hasta ahora. Todo cambia, desde la tarifa hasta las deducciones. En consecuencia, el impreso es también distinto y más largo, ya que se ha suprimido la anterior declaración abreviada.Es el primer año de rodaje, ya que el IRPF entró en vigor en 1999 y ahora corresponde declarar los ingresos de ese ejercicio. El plazo se abre hoy (mañana en Madrid por ser hoy festivo en esta comunidad) y llega hasta el 20 de junio inclusive para las declaraciones positivas. Si existe derecho a devolución, el plazo termina el 30 de junio. En el País Vasco y Navarra los plazos son distintos y tampoco se aplica el mismo IRPF.

El primer tropiezo lo ha tenido la propia Agencia Tributaria. Una de las novedades del nuevo impuesto es que los contribuyentes con rentas del trabajo inferiores a 3,5 millones de pesetas no tienen que presentar declaración. En su lugar, han debido comunicar a Hacienda sus datos antes del 19 de abril pasado.

Este plazo estaba previsto que terminase a finales de marzo, pero tuvo que ampliarse porque de los cinco millones de contribuyentes que en principio se iban a beneficiar de este nuevo sistema, apenas 1,5 millones se habían acogido en la primera fecha. Los resultados no se han hecho públicos, pero es seguro que no alcanzarán la cifra prevista. Ante las dudas suscitadas, muchos de ellos han optado por el procedimiento normal.

Primer fracaso

Pese a la amplia campaña de información desplegada -incluso durante la pasada campaña electoral-, la Agencia Tributaria apenas se habrá descargado del enorme esfuerzo de gestión que supone tramitar unos 14 millones de declaraciones. Y más cuando la mayoría acude a la propia Agencia para que le haga la declaración, especialmente en esta campaña.

Quizá haya que esperar algunos años para que el contribuyente se acostumbre pero, de momento, todo parece más complejo. Lo primero, familiarizarse con los nuevos impresos. Ya no existe la declaración abreviada, de tres hojas, sino que la mayoría tendrá que hacer la simplificada, de siete.

Los conceptos también varían. Lo de menos es la tarifa, ya que sigue la estructura anterior, aunque el número de tramos se reduce a seis, con un tipo mínimo del 18% desde la primera peseta y un máximo del 48% a partir de 11 millones. Antes se debe llegar a la base liquidable (la cantidad que tributa) para aplicar la tarifa y obtener la cuota íntegra (lo que se paga a Hacienda antes de las deducciones).

Para llegar a la base liquidable, la principal novedad es que hay una cantidad que oscila según la situación familiar y la cuantía de los ingresos del trabajo, que se descuenta directamente de la base del impuesto. Es decir, es un dinero que no tributa, como si no se hubiera ganado.

Cuando se trata de rentas del trabajo, hay que descontar la Seguridad Social (como antes) y 500.000 pesetas para salarios iguales o inferiores a 1,35 millones de pesetas; para aquéllos entre 1,35 millones y 2, se descuenta el resultado de multiplicar por 0,1923 la diferencia entre el salario y 1,35 millones; y para más de 2 millones, el descuento es de 375.000 pesetas.

Además, cualquier contribuyente reducirá sus ingresos en 550.000 pesetas anuales (1.100.000 en la tributación conjunta, 900.000 en el caso de familias monoparentales). A ello se añadirán descuentos de 200.000 pesetas por el primer y segundo hijos y de 300.000 por los siguientes, en todos los casos de menos de 25 años. Si los hijos tienen entre tres y 16 años habrá un descuento adicional de 25.000 pesetas por material escolar y de 50.000 por cada hijo menor de tres años.

También se descuentan de la base parte de los rendimientos del capital procedentes de seguros de vida y de depósitos en los bancos. En concreto, en las pólizas de seguros cobradas en más de dos años sólo se tributa por el 70% (no se declara el 30%), hasta cinco años, por el 40% (no se declara el 60%), y a partir de ahí, por el 30% (no se declara el 70%).

Compensación por vivienda

Los intereses de las cuentas sólo tributan por el 70% (no se declara el 30%) cuando se perciben a partir de los dos años. Antes de ese periodo, las pólizas y los intereses tributan a la escala general del impuesto por su totalidad. Los planes de pensiones desgravan como antes y las plusvalías de fondos de inversión pagan a un tipo fijo del 20%, también como antes.

Una vez determinada de este modo la base liquidable se aplica la tarifa y, después, las deducciones para así llegar a la cantidad que hay que pagar a Hacienda. En las deducciones, la principal novedad es el tratamiento de la vivienda. Antes había que incluir como un ingreso el 2% del valor catastral del piso, los intereses se desgravaban de la base y el principal se deducía un 15% de la cuota.

Ahora se elimina la vivienda como ingreso, y tanto el capital como los intereses se deducen de la cuota, entre un 15% y un 25%, porcentajes que sólo se aplican sobre un máximo de 1,5 millones de pesetas anuales. El nuevo sistema puede ser más perjudicial que el anterior especialmente para las rentas altas, pero Hacienda debe compensar por la diferencia. El cálculo de esa compensación es muy complejo, ya que hay que aplicar el anterior y el nuevo impuesto.

Después se pasa a la casilla de las retenciones, es decir, lo que la empresa o la entidad financiera ha descontado durante 1999, para llegar así a conocer si hay que pagar más o, por el contrario, corresponde la devolución. Si llegados hasta aquí la curiosidad puede más que el aturdimiento, se podrá saber cuánto ha bajado el IRPF. Sólo hay que hacer otra vez la declaración, pero con el modelo del año anterior.

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