Récord por los pelos
La mayor peluquería del mundo se quedó pequeña. La oferta era tan atractiva -cortes de pelo gratuitos para todo el mundo- que varios centenares de ciudadanos se agolparon en la mañana de ayer en el Jardín del Turia de Valencia, junto al Palau de la Música: el escenario elegido por el gremio provincial de peluqueros para entrar en el Libro Guinness con 500 cortes de cabello simultáneos.Al final de la mañana lograron su reseña en el libro de los récords, pero con una cifra mucho más modesta. Sólo acudieron a la cita 142 profesionales del peine y las tijeras, que se vieron totalmente desbordados por el aluvión de clientes. "Les informamos de que no es posible cortarle el pelo a nadie más", anunció por el megáfono a mediodía uno de los organizadores a una larga cola formada por decenas de personas.
Muchos se volvieron a casa con las mismas greñas que traían y cara de mal genio después de aguardar hasta una hora en balde. "Esto es una pantomima", protestó uno de los afectados, Vicent Sancho, vecino de Alboraia de 43 años. "Hemos venido a colaborar con el récord y nos sentimos estafados porque no han venido los 500 peluqueros que habían prometido y muchos nos hemos quedado sin corte de pelo".
Una decepción que no pudieron evitar los voluntariosos peluqueros, como el vicepresidente del gremio, Julián Pardo, que llegó a aligerar hastas a tres cabezas durante una hora de trabajo frenético. "Esto es un intento de récord Guínness, no un maratón de cortes de pelo... el problema es que ha venido mucha gente por el reclamo de los medios de comunicación", justificó Pardo.
Desde luego, han logrado con creces el principal objetivo que les animó a intentar esta proeza: promocionar el mundo de la peluquería y montar un colofón original para el congreso y el campeonato nacional de esta profesión que han celebrado desde el pasado sábado en Valencia. Una competición ganada por Iván Martínez, un joven peluquero de 19 años natural del Puerto de Sagunto.
La macropeluquería al aire libre estaba sucintamente amueblada con tres hileras de sillas de madera, pero con vistas a los surtidores de la fuente del Palau. Detrás de cada silla había un peluquero llegado de cualquier punto de España con un arsenal antimelenas guardado en un maletín metálico. Delante, enfundados en baberos blancos, estaban sus clientes: familiares que les acompañaban al congreso o ciudadanos que aprovechaban la ganga.
A las once de la mañana, cuando los organizadores dieron el pistoletazo virtual de salida, los peluqueros desenfundaron sus tijeras y acometieron con fiereza las patillas largas, las colas de caballo y los flequillos rebeldes. Entre ellos estaba Francisco Tadeu, un peluquero de Riba-roja de Túria de 62 años, que se tomó tan en serio el récord Guinness que llevaba un mes y medio sin cortarle el pelo a su nieto Jesús, de ocho años, para la ocasión. Con tanta espera, el pequeño lucía ayer una cabellera al estilo de los Beatles en su primera época.
El toque de exotismo lo aportaba Alí Reza, un estilista persa de 41 años afincado en Valencia y embozado en una capa naranja que retocaba los mechones teñidos de escarlata de una joven modelo que se había traído como cliente. Tan juvenil como ella se sentía ayer Gertrudis Merlo, de 72 años, después de que uno de los peluqueros le retocara sus canas con tonos verdes y rosados, como si perteneciera a alguna tribu urbana.
Una pandilla de la Fonteta de Sant Lluís llegó con las ideas muy claras: "Venimos a que nos lo corten a lo cuadrado, rapado con maquinilla por los lados y cortito a tijera por arriba", detalló René González, de 17 años. Aunque esta factoría capilar gratuita no debió inspirarles mucha confianza, porque antes de sentarse aguardaron a ver si los primeros clientes salían muy trasquilados.
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