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FÚTBOL Semifinales de la Copa del Rey

El Espanyol cambia su historia ante el Madrid

El equipo blanquiazul volverá en Valencia a una final tras vencer a un rival que falló su gran ocasión en el último minuto

Robert Álvarez

Los nervios de la gesta, la entidad del rival y el escuálido 1-0 atribularon al Espanyol más de lo que mereció en una noche en la que hizo historia a costa de un Real Madrid que se conformó con enseñar la patita después de pasarse una hora sin enterarse y la otra media haciendo muy poquito más. El gol de Martín Posse le valió al Espanyol el pase a una final de Copa en la que no estaba desde hace 43 años. La chispa del equipo blanquiazul contrastó con el aspecto derrengado con el que compareció el Real Madrid, con ocho bajas es cierto, pero que en nada recordó al que eliminó hace una semana al Manchester United en el mismísimo Old Trafford. El Espanyol le dio esquinazo a su propia historia, una historia plagada de horrores y marcada por aquella derrota en la final de la UEFA, en Leverkusen, en mayo de 1988, después de haber ganado en Sarrià por 3-0. Pero ayer ganó y lo hizo con un guiño a la historia, salvándose del tiro de gracia del que dispuso Balic que pudo darle el pase al Madrid en el minuto 94, en el último suspiro, pero que se perdió, demasiado cruzado.Al Real Madrid le costó horrores achicar balones. Del Bosque recompuso por completo una defensa en la que Geremi y Karanka ocuparon los flancos que dejaron vacantes Michel Salgado y Roberto Carlos. Julio César regresó después de varios meses de ausencia por lesión y lo hizo formando pareja central con Iván Campo, mientras que Iván Helguera actuó en el doble pivote con Redondo.

ESPANYOL 1REAL MADRID 0

Espanyol: Mora; Cristóbal, Nando, Soldevilla, Roger; Toni Velamazán (Navas,m.85), Sergio, Galca, Arteaga; Martín Posse (Serrano, m.77) y Tamudo (De Lucas, m.89).Real Madrid: Casillas; Geremi, Iván Campo, Julio César, Karanka (Ognjenovic,m.60); McManaman, Redondo, Iván Helguera, Savio (Balic,m.60); Raúl y Morientes. Gol: 1-0. M.28. Sergio saca una falta muy rápido, Posse burla a Julio César y marca por bajo. Árbitro: Ansuategui Roca. Mostró tarjeta amarilla a Iván Helguera, Redondo, Savio, Julio César, Sergio, Nando, Iván Campo y Antonio Acedo, encargado de material del Real Madrid. Unos 40.200 espectadores en el estadio olímpico de Montjuïc. Partido de vuelta de las semifinales de la Copa del Rey. En la ida el resultado fue de 0-0. EL Espanyol jugará la final, probablemente en Mestalla y ante el Atlético de Madrid bien el día 25 o bien el día 27 de mayo.

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El Madrid no fue capaz de tomarle el aire al partido disputado sobre un terrreno de juego de lo más rápido, con la hierba segada a ras y con las marcas dejadas por un reciente encuentro de fútbol americano. Pero sobre todo no tuvo manera de frenar a un rival de lo más decidido a hurgar entre líneas y que ejerció una presión que asfixió a los madridistas.

El castigo que sufrió el Madrid en la primera parte fue abrumador. Sus centrales no encontraron la perspectiva y su defensa no se juntó ni se sincronizó como era preceptivo ante un Espanyol que buscó, como siempre, los espacios entre líneas y la rapidez de Tamudo y Posse. El Espanyol jugó con una comodidad insospechada. Le dio mucho brío al ritmo de juego y cuando no combinó por las bandas donde Arteaga abusó de Geremi buscó a sus puntas con balones desde la medular o incluso desde la defensa gracias al excelente toque de Roger, su lateral izquierdo.

El pim pam pum fue espectacular y empezó con un primer esprint de Tamudo que tontamente buscó un penalti en lugar de aprovechar el estado comtemplativo de Julio César y Casillas que retrató el ánimo con el que el equipo madridista afrontó el partido. El Espanyol desgranó ocasiones -un cabezazo de Toni Velamazán, un tiro de Tamudo, otro de Arteaga que salvó Casillas con la cara, un disparo de Sergio que lamió el palo- hasta que encontró el gol, que llegó,esta vez más que nunca, como premio a la constancia.

Y también en el gol quedó retratado el Madrid. Llegó en una jugada a balón parado. Una falta en la medular que sacó Sergio con mucha rapidez y picardía. El balón fue a Posse, situado en la frontal del área. No hubiera existido mayor problema de haber estado presto Julio César o de haber estado más pegado a ellos Karanka. Ni lo uno ni lo otro. Y esta vez, Casillas ya no pudo ser otra vez héroe.

El ataque del Madrid no pudo estar más descompesado. Karanka, lejos de su espacio natural, no se incorporó por la banda izquierda en la que Cristóbal aplicó un marcaje implacable a Savio. El Madrid sólo tuvo alguna continuidad por la banda derecha pero curiosamente por allí progresó más Geremi que McManaman. Un disparate. Carente de una dinámica de juego, superado en la zona de medio centros en la que ni Redondo ni Helguera acertaron a tejer, y casi anónimos Raúl y Morientes, el Madrid se quedó en nada.

Y en la segunda parte, más de lo mismo. El Espanyol, consciente del riesgo que corría con el 1-0 a pesar de su colosal despliegue y de su meritorio juego, volvió de salida a cebarse con la portería de Casillas, al que salvó el travesaño en el minuto 55 después del enésimo remate de Tamudo. Pero el Madrid dio por fin síntomas de vida. Después de un primer aviso de Raúl, Morientes obligó a Mora a evitar el gol en una mala posición,sacando la manopla. Del Bosque acabó de darle la vuelta a la dinámica de partido. Prescindió de Karanka y Savio y dio entrada a Balic y Ognjenovic. El Madrid hilvanó su juego, Helguera se fue de carrilero y conectó con Balic, McManaman se asoció con Redondo y Raúl tocó balón más a menudo. El Espanyol se replegó pero al Madrid le faltó la convicción que le sobró al Espanyol. Y por eso aquél tiro postrero de Balic, debía estar escrito, salió fuera.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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