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DÍA DEL LIBRO

Sant Jordi resiste al éxodo de Semana Santa

Pasada la amenaza de la lluvia, que planeó a primera hora de la mañana, la tradición de la compra del libro y de la rosa de la Diada de Sant Jordi volvió a triunfar ayer en Cataluña, salvo algunas excepciones. En Barcelona, los ciudadanos que no salieron de vacaciones pudieron cumplir con el ritual, inundar de arriba abajo La Rambla y perseguir a los autores, entre los que arrasó Andreu Buenafuente. El presentador de TV-3 fue motivo de larguísimas colas ahí donde paró para dedicar ejemplares de Digue'm agosarat (Columna), dejando a autores de la talla de Jorge Edwards, Eduardo Mendoza, Emili Teixidor y Lorenzo Silva en un discreto segundo plano y despertando, un año más, la polémica acerca de los autores bautizados como mediáticos.Los libreros catalanes, que se juegan un 10% de la facturación anual, temían por las ventas de este Sant Jordi que coincidía de pleno con las vacaciones de Semana Santa. Pero a última hora de ayer, con pocas excepciones, lo veían todo de otro color. Las cifras de ventas se han mantenido respecto a 1999 -unos 3.000 millones de pesetas, según los cálculos más optimistas- y la masiva afluencia de gente en las calles no deslució la jornada. El Gremio de Libreros de Cataluña achaca al "esfuerzo" realizado a lo largo de toda la semana -en la que se ha aplicado un 10% de descuento en todos los libros- el éxito de la jornada. Los que no consiguieron llegar a las ventas de años precedentes fueron los floristas, que estimaban que las ventas de rosas habían descendido en un 33%. Aunque muchos de los libreros están dispuestos a repetir la semana de descuentos, Sebastià Borràs, presidente del gremio, no lo ve tan claro: "Tenemos que ser muy cautos porque hay poblaciones que no están contentas". Lleida y Manresa han sido las localidades donde el ritmo ha sido más bajo.

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PASA A LA PÁGINA 5

Andreu Buenafuente arrasa como autor más vendido en catalán

VIENE DE LA PÁGINA 1 Para muchos escritores, el día empezó en el histórico hotel Regina, donde sus responsables organizaron un desayuno que pretende constituirse en una tradición. A la llamada del café con cruasán no faltaron Lorenzo Silva, Emili Teixidor, Empar Moliner, Maria de la Pau Janer, Carme Riera, David Castillo, Marcos Ordóñez y Arcadi Espada, entre otros.

Silva, ganador del último Premio Nadal con El alquimista impaciente (Destino), acudió ayer por tercera vez a encontrarse con los lectores barceloneses: "Acudo resignado", afirmó. "En el fondo, esto es para catalanes. Recuerdo que una vez me colocaron al lado de un autor y sólo firmaba él. Cuando pregunté quién era, me dijeron que un presentador de TV-3". Una hora más tarde, en el puesto de El Corte Inglés de la Plaza de Catalunya, repitió la experiencia codo con codo con Andreu Buenafuente.

El presentador fue el auténtico triunfador de la jornada entre los autores en lengua catalana y, de hecho, el único que no paró ni un momento de darle al puntafina, recibir parabienes y posar para la cámara, no ya de lectores, sino de fans. El fenómeno mediático, como ha sido bautizado por la prensa, ha cambiado en los últimos años el panorama de la fiesta, aunque Buenafuente intenta quitar hierro al asunto: "No pienso pedir perdón", dijo. "No creo que hagamos ningún mal a la cultura". Xavier Cassadó, que firmaba el libro junto al presentador de La Cosa Nostra remachó: "A veces se olvida que este boom no ha provocado que los nombres de la alta literatura pierdan ventas".

Buenafuente no fue el único televisivo en triunfar. Els veïns de dalt (Los vecinos de arriba), de La Campana, de otro presentador de TV-3, Albert Om, se situó también entre los más vendidos, al lado de Emili Teixidor, con el último Premi Sant Jordi, El Llibre de les Mosques (Proa), Isabel-Clara Simó, con T'imagines la vida sense ell? (Columna) y Fabian Estapé, que acaba de publicar sus memorias De tots colors (Edicions 62). En lengua castellana los más vendidos fueron La carta esférica, de Arturo Pérez Reverte (Alfaguara), La cruda y tierna verdad, de José Luis de Vilallonga (Plaza y Janés), La hermandad, de John Grisham (Ediciones B), La fiesta del Chivo, de Mario Vargas Llosa (Alfaguara), Rescate en el tiempo, de Michael Crichton (Plaza y Janés) y El hombre de mi vida, de Manuel Vázquez Montalbán, (Planeta).

Jorge Edwards, que hoy recibirá el Premio Cervantes, cumplió con la ceremonia de la firma armado con una pluma de tinta negra. El escritor chileno, que dedicaba ejemplares de El sueño de la historia (Tusquets), recordó que a él sólo le firmaba libros Pablo Neruda: "Porque éramos amigos". Y que sólo en una ocasión tuvo tentaciones de abordar a un escritor: "Fue en un día de nieve, en una universidad americana. Vi a William Faulkner, pero me quedé totalmente paralizado", relató. Para Edwards, lo más bonito de Sant Jordi es ver a los lectores, "esos seres tan enigmáticos". Pero siempre se queda a medias: "Lo que me gustaría sería sorprender a una persona en el interior de su casa leyendo un libro mío".

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