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Entrevista:JOAN ROMERO - EX SECRETARIO DEL PSPV

"La federación valenciana es hoy irreconocible"

Catedrático de Geografía, de 47 años, Joan Romero fue director general de Universidades de la Generalitat valenciana, secretario general técnico del Ministerio de Educación con José María Maravall y consejero de Educación valenciano entre 1993 y 1995. Elegido secretario general de los socialistas valencianos en 1997, dimitió al año y medio. Tras un año de silencio, que ha coincidido con lo peor de la crisis de su partido, se ha dado de baja como militante al publicarse una filtración que le atribuía irregularidades.Pregunta. ¿Por qué se ha dado de baja?

Respuesta. No me ha resultado sencillo. Ingresé en el PSPV en 1973. Ese partido se unió con el PSOE, como en otros sitios. El compromiso con la socialdemocracia me acompañará toda la vida, pero el detonante de mi baja ha sido un intento de implicarme en la lucha partidaria. Han tratado de arrojar sombras en un asunto al que soy muy sensible, el de la gestión económica cuando fui secretario general. Todo el mundo sabe que sólo dí una instrucción: que todos los ingresos pudieran ser explicados.

P. ¿Qué persiguen esos intentos?

R. Supongo que apartarme del todo como un futuro competidor. Con tal de intentar alcanzar sus objetivos inconfesables, algunas personas que aún tienen carnet del PSPV no dudan en recurrir a la injuria. La última de ellas, acusándome de intentar vender unas acciones del partido en un medio de comunicación cobrando en dinero negro, ha sido la gota que ha colmado el vaso.

P. ¿Tanto como para dejar el partido?

R. El PSPV se ha convertido en un partido inhóspito, inhabitable. Prevalecen el tribalismo y la lucha cainita. La federación valenciana es hoy irreconocible.

P. Usted defendió unos pilares políticos. ¿Qué vigencia tienen?

R. Siguen siendo válidos. En 1993 hubo un aviso de los ciudadanos al partido en las elecciones europeas. En 1995 avisaron con más contundencia [el PP ganó las autonómicas]. Venían a decir: "Revisen las actitudes, las propuestas, las formas de relacionarse con el tejido social y su modelo de Estado, es decir, el perfil identitario de la Comunidad Valenciana". Por eso, en 1995, impulsé un movimiento que todos, incluso yo, pensaba que era minoritario. La sorpresa fue que resultó mayoritario contra toda la cúpula del partido en Valencia y parte de la cúpula en Madrid. Una mayoría de los afiliados tenía una percepción bastante más ajustada a lo que sentía la ciudadanía que la cúpula. Intenté tender puentes con la sociedad, abrir un foro de reflexión, establecer cauces de participación, revisar las propuestas... Hacía falta una renovación de personas Algunos debían dar un paso atrás y dejar sitio a quienes no habían estado en la cúpula desde la transición.

P. ¿Hubo grandes resistencias?

R. No fue bien entendido por todos. Dos meses después de acceder a la secretaría general ya tuve que afrontar una moción de censura cuyo objetivo era debilitar la opción que yo podía encarnar. Desde ese momento, todo fue una carrera de obstáculos. Tuve la sensación de que había más receptividad fuera de la organización que dentro. Las fuerzas de las resistencia a cualquier precio prevalecieron ante los intentos de cambio.

P. Consiguieron abortar su proyecto. ¿Quiénes fueron?

R. No hay más que ver los periódicos, pero no quiero hablar de personas. Como le decía, ante los avisos, el partido se ha enrocado. El PSPV atraviesa un proceso de autismo espectacular.

P. Con la complicidad del partido a nivel federal?

R. El déficit democrático de la federación valenciana, si no ha sido auspiciado, ha gozado del silencio del PSOE en Madrid.

P. ¿Qué culpa ha tenido Ciprià Ciscar en todo eso?

R. Algunas de sus decisiones han ayudado poco a otorgar tranquilidad y estabilidad al PSPV. Con otra actitud suya, las cosas ahora serían mejores, sin duda.

P. ¿Cómo ve la situación del PSOE en general?

R. Tiene varios retos: revisar la oferta programática sin inspirarse en ninguna otra experiencia, hacer una renovación sin trampa y definir un modelo de Estado. Se trata de la asignatura pendiente desde la transición.

P. Algunos le acusan de defender un modelo nacionalista. Criticaron que asistiera a un acto del Bloc Nacionalista Valencià.

R. Hay que caminar hacia un modelo afectivo de España, respetuoso con nuestra historia. Ningún proyecto cuajará si no hace un esfuerzo de encaje de los nacionalismos históricos. Cualquier persona que haya estudiado historia del siglo XX lo sabe. Eso puede tener una lectura federal, aunque puede que el término no sea el más adecuado en España. Por lo demás, si hay algo que los nacionalistas entienden mal son las posiciones federalistas de la socialdemocracia. Nunca he sido nacionalista. Comparto sus puntos de vista en algunas cosas, pero no lo soy. De todas maneras, en el PSOE hay posiciones que sí me atrevería a calificar de nacionalistas españolas. Por ahí hay que hacer alguna renovación.

P. Se le ha vinculado a Borrell y también a Maragall.

R. Son distintos y complementarios. Borrell, por su forma de concretar el concepto de solidaridad. Maragall, por su visión de una España plural.

P. ¿Qué opina de Almunia?

R. Es una de las personas más preparadas del socialismo español. Sólo cometió dos errores: aceptar ser un secretario general tutelado y no renunciar cuando perdió las primarias.

P. Al hablar de tutela, ¿alude a Felipe González?

R. Es la sensación que hay. González es uno de los personajes más importantes del siglo XX. Con alguien de esa talla, es difícil desembarazarse de su influencia, aunque hubiese deseado no tenerla.

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