_
_
_
_
Reportaje:

Heridas en el aire

La publicación de un disco de antiguas saetas del pueblo sevillano de Marchena (Origen y evolución de la saeta. Saetas marcheneras, Peña Amigos del Flamenco de Extremadura, Promúsica, 1999) ha venido a significar un nuevo revulsivo en el nada apacible mundo de la flamencología. De ser un reducto de cante autóctono y misterioso, poco conocido fuera de una concreta geografía (Marchena y, con algunas diferencias, Puente Genil, Castro del Río, Arcos, Mairena del Alcor, entre otros) ha pasado a convertirse en motivo de nuevas cavilaciones.¿De dónde procede realmente lo que esta Semana Santa volveremos a oír, como heridas en el aire, por toda Andalucía? ¿Cómo se fraguó, cuándo, por qué...? Se dirá que no son éstas sino los mismos enigmas sin respuesta que afectan a todo el flamenco. Sí, pero con una diferencia. Aquí es más fácil rastrear musical e históricamente el fenómeno, hasta bastante más atrás de lo que normalmente permite la música andaluza, y que suele no sobrepasar el XVIII. Con las saetas marcheneras nos podemos meter en el XV y, según ciertas hipótesis, bastante más atrás.

Cuando escuché por primera vez estas saetas viejas (antiguas o primitivas) de Marchena, confieso que me asaltó un estremecimiento muy vivo. Aquello me sonaba a algo de mi niñez. Enseguida recordé lo que era: los pregones de Semana Santa de mi pueblo, Alcalá de Guadaira. Eran unos versillos pareados que, en monótonas salmodias, medio cantaban, medio recitaban, los piones, esto era, unos hombres ataviados para la ocasión con unos ropones envolventes que pedían limosna por las calles para las cofradías que procesionaban en Semana Santa. El sonsonete aquél lo tengo bien metido en el alma, y creo que no me engaña cierto parentesco con las saetas de Marchena.

Nada tienen éstas que ver, salvo el nombre, con las saetas nuevas, o flamencas, que son las que se escuchan hoy por el resto de Andalucía, y que, según todos los datos, son de principios de este siglo y se deben a la invención de cantaores profesionales, a partir de la siguiriya.

Según el texto que acompaña a la nueva grabación, debido a Norberto Narváez Castillo y a otras fuentes consultadas, estamos ante una costumbre de los frailes franciscanos, que se extienden por Andalucía a partir del XV (los hubo, desde luego, en Alcalá) y que llamaban al arrepentimiento de los pecados con una salmodia callejera, curiosamente en versos pares, el más frecuente de los cuales ha llegado hasta nosotros: "Quien perdona a su enemigo / a Dios gana por amigo".

Las melopeas o salmodias en cuestión son sumamente llanas y con finales muy altos y alargados. Se han conjeturado para ellas toda clase de orígenes, pero con un doble denominador común: desde luego son anteriores al canto gregoriano y de raíz musical vagamente oriental. Unos derivan por la rama morisca y otros por la judaizante.

Andando el tiempo, ya en el XVIII, dos frailes conocidos, y muy populares, Fray Diego de Cádiz y Fray Diego de Valencina, ampliaron aquellos pareados hasta las estrofas de cuatro versos y cinco versos. En un momento determinado, se colaron los quiebros del flamenco, para darles mayor vivacidad. De todos modos, se perdieron, salvo en las localidades indicadas y, muy particularmente, en Marchena. Esto es, no hay desarrollo orgánico hacia la saeta actual, que surge por elaboración artística de la siguiriya, muy tardíamente.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Eso sí, los cantaores profesionales aprovecharon el ambiente social de las saetas antiguas, ligadas al acto de pedir limosna por las calles en versos cantados, y que muy probablemente practicaban ya los propios franciscanos, como orden mendicante que son. Ortiz Nuevo, en ¿Quién me presta una escalera?, da curiosas noticias de hacia 1860 acerca de cómo, en Sevilla, se recriminaba a ciegos, tullidos y pordioseros que cantaran a las imágenes en procesión. Un factor cohesionante acaba de aparecer en el entramado: el dinero. Los cantaores profesionales se subieron significativamente al balcón y empezaron a cobrar por ello. :

¿Pero de dónde sacaron su sonsonete pedigüeño los franciscanos del XV y XVI? Si no era gregoriano, ni flamenco, ni morisco, ni judío, ¿de dónde? Desde luego tampoco lo trajeron de Castilla, pues algún rastro habría dejado en esa región. Todo esto ocurre en Andalucía, y sólo en Andalucía. Me cuenta Calixto Sánchez que en Mairena del Alcor subsisten a duras penas unos cantos de ánimas (antepasados difuntos), que son coplas alusivas a las penas del infierno, sobre un soniquete plano también, aunque la melodía difiere.

Una de las hermandades más antiguas de Marchena, fundada en 1533, se llama precisamente Sacramental de Ánimas y de la Vera-Cruz. Todo apunta, en fin, a que se trata, en las viejas saetas autóctonas, de melopeas antiquísimas, tal vez prehistóricas, ligadas al culto a los muertos que practicaron intensamente todos los pueblos mediterráneos, y que la Iglesia, como de costumbre, aprovechó en su popularidad para introducirse entre la gente sencilla. Estamos tocando el fondo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_