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Reportaje:

El precio de los votos de CiU

"No nos podemos poner de espaldas a un Gobierno elegido democráticamente". Así razonaba esta semana el secretario general de Convergència, Pere Esteve, la decisión de CiU de votar sí a la investidura de José María Aznar. Pero desde 1979, los nacionalistas catalanes nunca han apoyado a un candidato a presidente del Gobierno cuyo partido haya dispuesto de mayoría absoluta en el Congreso. CiU siempre ha optado por la abstención o por el voto en contra. Las únicas veces que decidió apoyar al Ejecutivo fue tras el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 y en las dos últimas legislaturas, con un PSOE y un PP en minoría.1979-1982. En la investidura de Adolfo Suárez, Convergència i Unió, con ocho diputados, optó por la abstención. El portavoz del grupo parlamentario era Jordi Pujol y razonó su voto por la ausencia, en el discurso de Suárez, del reconocimiento de los derechos nacionales de Cataluña y la posibilidad de participar en la política española desde una perspectiva catalana. Pujol también se refirió al desarrollo de la sesión que, a su juicio, careció de verdadero debate político y se convirtió en "un acto electoral".

Tras la dimisión de Suárez, en la investidura de Leopoldo Calvo-Sotelo, en febrero de 1981, los nacionalistas catalanes se abstuvieron en la primera votación. La segunda fue interrumpida por el golpe de Estado del 23 de febrero. Cuando se reanudó la sesión, el día 25, el grupo de Minoría Catalana apoyó al presidente. "La situación ha cambiado", afirmó Roca, "y ahora hay que dar prioridad a la defensa de la democracia".

1982-1986. Primera victoria por mayoría absoluta del PSOE. Tan sólo votaron en contra de la investidura de Felipe González los grupos parlamentarios popular y centrista de Manuel Fraga y Landelino Lavilla, respectivamente, mientras que todos los nacionalistas se abstuvieron. Aunque los socialistas habían apoyado la LOAPA -posteriormente la mayoría de sus artículos fueron declarados inconstitucionales- los 12 diputados de CiU también optaron por la abstención. Miquel Roca razonó así el voto del grupo de Minoría Catalana: "No compartimos su programa, pero sí la ilusión. Resulta difícil olvidar tantos años de sufrimiento en común luchando por la causa de la democracia, la libertad y el progreso en España, que ustedes han olvidado a veces respecto a nosotros".

1986-1989. Miquel Roca empleó la mayor parte de su discurso en arremeter contra la política autonómica desarrollada por el PSOE durante la anterior legislatura. "Existe una auténtica regresión autonómica", subrayó durante el debate de investidura. A juicio del portavoz de CiU, los socialistas distorsionaron la filosofía de la Constitución, incrementando el poder de las competencias del Estado en detrimento de las autonomías y generando "una costosa duplicidad administrativa". Roca pidió "generosidad" a Felipe González para elaborar una ley de financiación de las comunidades autónomas y suprimiendo la circunscripción electoral única en las elecciones al Parlamento Europeo. No obstante, el que fuera secretario general de Convergència Democràtica expresó su voluntad de llegar a acuerdos en "los grandes asuntoa de Estado". Los 18 diputados de CiU se abstuvieron en la votación. González tan sólo obtuvo los 184 votos de su partido. El resto de la Cámara votó en contra menos los nacionalistas vascos, que se abstuvieron.

1989-1993. Convergència i Unió, con 18 diputados, votó en contra de la investidura de Felipe González. Los socialistas, con 175 parlamentarios, disponían de hecho de la mayoría absoluta por la ausencia de los cuatro diputados de Herri Batasuna. El portavoz de los nacionalistas, Miquel Roca, realizó uno de los discursos más duros que se recuerdan de su etapa parlamentaria y se cebó en la política económica y autonómica del PSOE. El líder nacionalista acusó a González de haber incrementado las desigualdades sociales en España y de haber abandonado el "esquema constitucional para sustituirlo por un recuperado centralismo". Reclamó al presidente "un nuevo estilo de gobernar" por los resultados obtenidos en las elecciones.

1993-1996. Felipe González fue proclamado presidente del Gobierno con 181 votos: 159 del PSOE, 17 de Convergència i Unió y 5 del Partido Nacionalista Vasco. Los nacionalistas catalanes justificaron su voto para favorecer la estabilidad y la gobernabilidad del Estado. "No existe otra posibilidad de acción de gobierno que no descanse en la candidatura de Felipe González", manifestó Roca en su discurso ante la Cámara baja. No obstante, el portavoz de CiU pidió un cambio en la línea económica y autonómica del Gobierno socialista, cuya "primera gran prueba", dijo Roca, debían ser los presupuestos generales para 1994.

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1996-2000. José María Aznar consiguió los mismos votos que González en 1993, es decir, 181. El presidente conservador obtuvo el apoyo de su partido, el PP, y el de los nacionalistas catalanes, vascos y canarios. CiU contaba con 16 diputados. La semana anterior al debate de investidura, Convergència i Unió y el Partido Popular habían firmado en Barcelona los conocidos pactos del Majestic, un acuerdo que iba más allá del mero respaldo a la investidura y se prolongó durante toda la legislatura. A raíz de este pacto, CiU consiguió el traspaso a las comunidades autónomas del 30% del IRPF; la gestión de los puertos y las políticas activas del Inem y la supresión del servicio militar y de los gobernadores civiles. También se rebajó al 7% el IVA que grava el peaje de los autopistas. En el debate de investidura, el portavoz de CiU, Joaquim Molins, dedicó la mayor parte de su discurso a defender a Cataluña de las acusaciones de insolidaridad por el nuevo sistema de financiación.

Cautivos del PP

Por primera vez, Convergència i Unió votará a favor de un candidato cuyo partido ha obtenido la mayoría absoluta en unas elecciones generales. El presidente de la Generalitat y de Convergència, Jordi Pujol, explicó el pasado domingo, ante el consejo nacional de su partido, las razones del apoyo a la investidura de José María Aznar.Pujol defendió el sí con el objetivo de mantener la estabilidad parlamentaria en Cataluña, donde CiU se encuentra en franca minoría y depende de los votos del PP para sacar adelante sus iniciativas. Ayer mismo, los conservadores evitaron la devolución de los presupuestos para este año votando en contra de las enmiendas a la totalidad. Hace 15 días, los 12 parlamentarios populares salvaron a CiU de un revolcón político al rechazar una comisión que investigara la presunta financiación ilegal de Unió Democràtica. "Aquí dependemos de ellos porque un pacto con Esquerra Republicana es prácticamente imposible. Aznar nos tiene maniatados", reconoció ayer un destacado miembro de CiU.

Los nacionalistas optan por colaborar con los conservadores, al menos por otorgarles una cierta dosis de confianza al inicio de la legislatura, y algunos miembros de CiU no disimulan que esta actitud pueda mantenerse durante los próximos cuatro años. "Una oposición pura y dura sería contraproducente para nuestros intereses. Si nos plantamos, no obtendremos nada", añadió la misma fuente. Los dirigentes de CiU temen una posible reacción adversa del PP frenando cualquier mejora del autogobierno catalán y capitalizando la acción de gobierno que el Ejecutivo de Aznar desarrolle en Cataluña.

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