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La cumbre del FMI comienza hoy bajo el 'síndrome de Seattle'

Seattle II: La Secuela, es el título de película que una amplia coalición de organizaciones sindicales, ecologistas, anarquistas, religiosas y humanitarias aplica a la semana de reuniones económicas que, con motivo de las cumbres de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, comienza hoy en Washington. "Washington no será Seattle", discrepa Charles Ramsey, jefe de policía de la capital estadounidense. "Hemos aprendido de los errores de la policía de allí".

Con las delegaciones ministeriales de decenas de países aterrizando ayer en Washington, el gran enigma era si los manifestantes conseguirán en los próximos días repetir su gran éxito de noviembre, cuando paralizaron Seattle y llevaron a un fracaso sin paliativos la cumbre de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Las fuerzas implicadas son ahora semejantes. Por un lado, los representantes de los Gobiernos, reunidos para las cumbres del FMI y el Banco Mundial. Por otro, una coalición de más de 200 grupos llamada Movilización para una Justicia Global.

Los más de 350.000 millones de dólares (unos 60,5 billones de pesetas) que deben los países más pobres, buena parte al FMI y al Banco Mundial, son el cimiento de las protestas anunciadas en Washington, que pueden llegar a reunir a más de 10.000 personas en un gran acto de protesta convocado para el domingo.

La Policía de Washington, que ha entrenado a 1.500 agentes en la lucha contra los disturbios, no está dispuesta a que pase lo de Seattle. "Vamos a garantizar que las reuniones se celebren y no vamos a permitir que grupos anarquistas minoritarios provoquen escenas de violencia en la capital", reiteró ayer Charles Ramsey. El jefe de la Policía metropolitana detuvo ya el lunes a siete activistas que intentaban escalar la fachada del Banco Mundial

"Aliviar la deuda de los países más pobres es un imperativo moral y económico", declaró ayer Larry Summers, secretario del Tesoro de EE UU. Pero los manifestantes no lo consideran suficiente. Su tesis es que la globalización económica en curso sólo beneficia a las grandes empresas multinacionales, en detrimento de los países pobres.

Un severo perímetro de seguridad rodeaba ya ayer las sedes del FMI y del Banco Mundial, en el centro de Washington, no lejos de la Casa Blanca. Para reforzar su seguridad, el departamento de Estado ha concedido estatuto temporal de misiones diplomáticas a esas sedes, lo que significa que su interior será protegido por el Servicio Secreto, la guardia pretoriana de la Casa Blanca. Y el Banco Mundial ha sugerido a funcionarios y delegados que vistan ropa informal y oculten sus credenciales.

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