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Zaplana y la mujer del César

Por dos veces en los últimos meses ha intervenido el presidente de la Generalitat para defender al consejero de Sanidad, señor Cervera, de las imputaciones de falta de ética política que le ha formulado la oposición. En ambas ocasiones ha recurrido al procedimiento administrativo como argumento. En uno y otro caso ha confundido el respeto al derecho administrativo, de obligado cumplimento para todos los servidores de la Administración pública, con la ética política, exigible a todos los representantes del poder legítimo en los estados democráticos.No es la primera vez que Eduardo Zaplana Hernández-Soro utiliza la misma herramienta para tratar de salir airoso de situaciones comprometidas: se libró de ser encausado en el caso Naseiro por la anulación de la instrucción del juez y defendió a sus amigos Cartagena y Concepción utilizando recovecos administrativos. Y eso por no hablar del oscuro episodio de la tránsfuga de Benidorm que le dio la alcaldía, con contrapartidas que duran hasta hoy. Sin embargo, es en el caso del consejero Cervera donde Zaplana trata de crear más confusión entre el procedimiento administrativo y la ética política.

Calificó de "irrisorio y absurdo" que Cervera tuviese que aclarar el plus de vivienda que se había asignado, el famoso "plus del pisito", alegando que lo cobra basándose en la legalidad establecida. En ningún caso le pareció éticamente reprobable que el consejero cobrara el sobresueldo pese a tener su domicilio familiar en Valencia. Igual es que Zaplana también lo cobra, o lo ha cobrado, y mal puede exigir a los demás lo que él mismo no cumple.

Recientemente ha vuelto Zaplana a defender al consejero Cervera y de paso la imagen de la multinacional IBM, o al revés. Dice que no es motivo de alarma si la contratación de la mujer de Cervera por IBM (suministradora y contratista en áreas controladas por Cervera) se hizo 26 días antes de la boda de ambos. Le falta añadir que en el expediente administrativo al que ha reducido la ética política, un solo día hubiera sido suficiente, por lo que al consejero, a IBM y a él mismo les sobraron 25.

Pretende Zaplana -cosa lógica- distanciarse de un asunto que le salpica, no sólo por Cervera sino también por la esposa de éste, pues Dolores Santos fue contratada por IBM antes de dejar de ser su asesora, simultaneando dichas actividades durante unos días. Afirma -para asombro de quien le escuche- que no ha podido hablar con el consejero y añade -por si el dato tiene alguna relevancia que se le escapa- que lo hará de forma inmediata. Esa actitud relajada contrasta con la diligencia empleada para comprobar si el trámite administrativo, en el que se sustenta y agota su ética política, había sido correcto, pues lo primero que pidió no fueron explicaciones a la antigua asesora ni a su actual consejero, lo que habría sido normal en este caso (salvo que ni una ni otro fueran de fiar), sino los expedientes de adjudicación a IBM. Una vez revisados, asegura que dichos expedientes están a disposición de quien los quiera.

Cumplido el procedimiento administrativo no ve motivo de alarma, pues en caso contrario dice que habría acudido a los tribunales. Pueden estar las partes seguras de que eso nunca sucederá. A lo sumo IBM pactará con Cervera una salida para su mujer, y llegado el momento oportuno Zaplana aceptará una dimisión negociada con Cervera que, como la de su amigo Cartagena, venderá como ejemplo de dignidad política. Tratará de esta manera de cerrar un asunto que presenta todos los síntomas de ser de hondo calado.

Por el momento siguen sin despejarse las sospechas, bastante fundadas, de que IBM sabía perfectamente a quién, por qué y para qué se contrataba a la esposa del consejero. Y Zaplana, Cervera y su mujer conocían con exactitud quién, por qué y para qué la contrataban.

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Así, por lo que vamos comprobando, para Zaplana la mujer del César ni ha de ser honrada ni ha de parecerlo. Únicamente tiene que ajustarse al procedimiento administrativo, en su expresión más escuálida, y superar el trámite de intervención. La exigencia de ética política, para otros. Todo un síntoma. Un mal síntoma.

José M. Mayans es miembro del Grupo de Salud del PSPV-PSOE.

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