Anelka, entre pitos e indiferencia
Bastó que desde los altavoces se anunciara su presencia en el grupo de suplentes, para que la grada del Bernabéu se manifestara de manera harto solidaria, dedicándole una elocuente pitada. Ésta fue la primera y la única noticia que se tuvo de Anelka en Chamartín, en cuyo banquillo el francés se hizo un hueco entre Karembeu y Dorado. El público apenas prestó atención al francés, y con el transcurrir de los minutos los silbidos quedaron en exclusiva para Guti, lo que no es precisamente noticia. Mediada la segunda parte y aún con 0-0 en el marcador, una pequeña parte de los aficionados comenzó a corear con cierta timidez el nombre de Anelka. Pero los silbidos de la mayoría acallaron tan inesperada petición, a la que Del Bosque, por cierto, hizo caso omiso. En el minuto 90 del partido, Anelka seguía sentado en el banquillo, con Dorado a su izquierda y el jersey de un compañero como único inquilino del asiento de su derecha.
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