Sergio pacta con Augusta

El primer golpe, un maderazo, fue lejos, botó en el centro de la calle más allá del búnker de la derecha y continuó rodando; el segundo, un hierro perfecto, dejó la bola a menos de un metro del agujero; el tercero fue sencillo, un roce de putter. Birdie. Así empezó Sergio García su primer Masters como profesional. Perfecto. En el segundo hoyo, tal cual: maderazo, maderazo (era un par cinco), 'sandwedge' delicado y controlado, la bola a un metro, roce de putter y birdie. En sólo dos golpes, -2. Sergio, seguro, madurado y valiente (siempre a bandera), desafió al mundo en duelo por la credibilidad. "Pero yo no dudaba de mí", dice. "Siempre he confiado en mis fuerzas. He practicado muy bien la semana pasada y ahora estoy muy cómodo con mi nuevo caddie. Y eso ha sido la clave".El Augusta National Golf Club, un campo de golf único, duro y sin corazón, fue su campo de batalla. Cinco horas de pelea. El jugador antes conocido como "El Niño" sufrió, peleó, disfrutó, recuperó sus originales saltos para ver dónde caía la bola tras golpes sentidos como buenos, subió, bajó, se deslizó sin freno, volvió a remontar. Sergio García, esto es, jugó al golf. Y muy bien.

Terminada la primera jornada, sus 70 golpes (-2) le hacen tercero del torneo, a dos golpes del líder, el sorprendente norteamericano Dennis Paulos. Sólo nueve jugadores bajaron del par en un día imposible por el viento. José María Olazábal, duro como una roca (y poco acertado con el putter), terminó al par; Miguel Ángel Jiménez, sólido hasta llegar a green, donde le dio por driblar al hoyo, hizo +4, y Severiano Ballesteros, controlando bien el juego hasta el hoyo 15º (dos veces agua y cuádruple bogey), +9. El día también fue malo para alguno de los favoritos: Tiger Woods, +3; David Duval, +1; Davis Love, +2; Colin Montgomerie, +4; Greg Norman, +7.

Augusta tiene vida. Y si no, lo parece. Augusta es un campo puritano: toda vanidad será castigada parece su lema. Ay de aquel que se crea superior a mí, pareció advertir ayer, primer día del Masters de 2000. Un campo peligroso y vengativo, diría otro, casi injusto, y sin necesidad de su oscuro segundo corte de hierba en las calles: un arma más. Innecesario. Augusta, el viejo Augusta, tiene greens y tiene agua. Tiene unos búnkers con arena suelta que deja clavadas a las bolas (el llamado efecto huevo frito: la bola semienterrada y el jugador pierde el feeling del toque). Y un viento que sopla entre los árboles. No necesita más para ser uno de los campos más complicados de interpretar.

Eso lo sufrió Tiger Woods, el hombre que destrozó el campo allá por el 97 con su -18 récord. No ha vuelto a jugar bien desde entonces el mejor jugador del mundo en el campo de Augusta. Ayer, tampoco: terminó con 75 golpes (+3) y eso porque es muy bueno.

Clasificación. 1. Dennis Paulson (EEUU), 68 golpes (-4). 2. Tom Lehman (EE UU), 69 (-3). 3. Sergio García (España), y Sven Stricker (EE UU), 70 (-2).10. José María Olazábal (España), 72 (par). 54. Miguel Ángel Jiménez (España), 76 (+4). 88. Severiano Ballesteros (España), 81 (+9).