El detalle de Armstrong
A falta de Jan Ullrich, queda Lance Armstrong. El ciclista alemán del Telekom no volverá a la carretera hasta el mes de mayo. La Vuelta al País Vasco afectaba a su programa. Demasiado frío, demasiada agua, demasiado esfuerzo. El problema, sin embargo, afectaba, a su organismo: catarro, virus, análisis de sangre. Y Ullrich que no vino.Quedaba Lance Armstrong, el campeón del Tour. El ciclista humano por naturaleza. Y el norteamericano decidió ayer, cuando granizaba, en el alto de Santa Teodosia, cumplir el contrato social: en las rampas finales del puerto (de primera categoría) se empinó sobre el manillar e improvisó un ataque más personal y escénico que efectivo.
Armstrong no se quería ir, pero quería, seguramente, probar sus piernas, calibrar su disponibilidad, medir su adaptación a las circunstancias.
Todo un detalle del gran campeón teórico de la carrera. El ciclista norteamericano no tiene ninguna posibilidad de ganar la carrera. Se encuentra a 1.17 minutos del líder, toda una eternidad en este tipo de pruebas. Es la diferente medida de la gloria. El campeón la consigue en unos metros de esplendor; el gregario (terrible palabra) necesita una cabalgada para presentar sus credenciales.
Es el sino del ciclismo. Un destino que tiene en Italia su denominación de origen. La Vuelta al País Vasco se ha hecho italiana. Tres etapas, tres victorias, el liderato y una sola decepción, Francesco Casagrande, retirado en la etapa de ayer.
En cuestiones tácticas, el profesionalismo italiano se muestra demoledor. Probablemente, el triunfo final le esté vedado (con la salvaguarda de Di Luca, algo más que un candidato), pero sus prestaciones son excelentes. En cualquier caso, la etapa dejó dos sensaciones: el pavoneo de Armstrong y la habilidad de Zanini. La llegada se saldó con una bicicleta de distancia. Con autoridad. Con tiempo para las fotografías. Como les gusta a los patrocinadores.
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