"La puesta en escena siempre es una lucha entre autor y director"
Julio Fraga (Huelva, 1966) estrenó el martes en el Teatro Central de Sevilla la obra La última casa de putas del mundo, de Antonio Hernández, ganador del último premio Miguel Romero Esteo. Este joven y rompedor director de escena andaluz prepara con mimo un programa de debate en televisión y un proyecto educativo a través de la escena. Esta semana ha celebrado con su gremio el Día Mundial del Teatro. Pregunta. ¿Cree que el teatro sigue en su eterna crisis?
Respuesta. No. El teatro no está en crisis. Es algo que no puede morir nunca porque es la voz del pueblo. No sólo no está en crisis sino que se expande. Los medios audiovisuales han empezado a tirar de la gente del teatro para hacer películas y series de televisión. Incluso en la forma de contar historias. Películas como Solas o Todo sobre mi madre tienen una estructura muy teatral. Y el público responde mejor que nunca. El Centro Andaluz de Teatro (CAT) tuvo 350.000 espectadores en 1999. Nunca será como el fútbol pero hay un público que merece atención y que, si es capaz de pagar por una función más que por ir al cine, es porque tiene más que interés por el teatro.
P. ¿Podría sobrevivir este arte sin ayudas públicas?
R. Sí. Sólo necesita calidad. Basta un ejemplo. Vengo de trabajar en Madrid en una producción privada de Alejandro Colubi. Ha montado Escenas de matrimonio, de Ingmar Bergman, un texto denso y difícil y que está siendo un éxito de público y económico.
P. ¿Cómo ve el teatro andaluz?
R. El teatro que se hace en Andalucía es casi todo privado. Con subvenciones, pero igual que cualquier empresa de otro sector. Las explotaciones agrícolas también reciben subvenciones de Agricultura y no pasa nada. En la actualidad hay en Andalucía 80 compañías teatrales, y eso es una barbaridad. El público andaluz es muy exigente, pero también es muy considerado con la empresa privada. La prueba es la Feria de Teatro en el Sur de Palma del Río (Córdoba), nunca queda ni una sola entrada libre en toda la semana.
P. ¿Hace todavía teatro provocador?
R. Sí. Sigo haciendo teatro de denuncia, con compromiso social. Siempre trato de dar mi punto de vista sobre algo que pasa en la sociedad. Hay muchas cosas que proclamar, sobre las que llamar la atención.
P. Dice que le gusta trabajar con autores vivos. ¿No se siente limitado por la opinión del dramaturgo?
R. No. La puesta en escena siempre debe ser una lucha y un compromiso entre autor y director. Debe haber un trabajo al unísono, en el que todo sea sometido a discusión. Yo lo veo como la negociación de un contrato, de una transacción. Poco a poco se van firmando pactos hasta llegar a un consenso desde dos posturas distantes.
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