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Última oportunidad

La gestora federal del PSOE ha nombrado a Luis Pizarro, secretario de Organización, y Juan Antonio Barrio, de la corriente Izquierda Socialista, observadores de la federación valenciana. Lejos de adoptar soluciones drásticas tales como imponer manu militari una nueva -¡otra!- dirección provisional al PSPV, enviar mediadores acompañados de cascos azules al Kosovo socialista de la Comunidad Valenciana, o designar negociadores con la fracción más levantisca, la dirección que preside Manuel Chaves ha optado por una sensata salida política que intenta conjugar la defensa de los intereses federales a través de Luis Pizarro y el gesto que supone la presencia de Juan Antonio Barrio. Ambos, por decirlo de forma gráfica, actuarán como una suerte de buzón de voz que recogerá todas las quejas, lamentos, agravios y querellas tribales y personalistas definitorias del comportamiento político de los socialistas valencianos. El trámite de audiencia, que necesariamente debe ser breve, proporcionará una visión más completa de la realidad del PSPV que la hasta ahora conocida por Madrid.Las continuadas torpezas cometidas por la mayoría de los dirigentes de este partido sólo han servido para abrir dos frentes cuyos integrantes únicamente se reconocen y se definen por la oposición y la negación del otro. Tan es así que en la reunión de L'Eliana hubo quien propuso abolir todas las etiquetas de las diferentes familias allí presentes para unirse en una sola: el Frente de No Afiliados al Ciscarismo (FNAC). El ponente de tan cáustica propuesta no explicó que ocurriría cuando, vencido y desarmado el ejército ciscarista, surgieran las contradicciones del FNAC. Podía haber sido peor: Hay quien desde el otro frente no duda en afirmar que el Movimiento para el Cambio está financiado por Zaplana, aunque sus integrantes no lo sepan. O diputados socialistas que ocupan todo su tiempo y espacio en los medios de comunicación en hablar mal de sus compañeros en lugar de hacer oposición al PP, o en amenazar con dimitir de sus responsabilidades, que no de su escaño, si no les gusta según qué persona.

Con estos mimbres, Pizarro y Barrio tienen que hacer el cesto. Tarea titánica por cuanto en el PSPV tiempo ha que se olvidó la política para entrar en el cainismo más salvaje. Pero no les quedará más remedio que buscar un indeterminado número de hombres y mujeres que devuelvan todas las garantías democráticas a los militantes para que los procesos precongresuales puedan realizarse en un clima de libertad, tolerancia y confianza. La misión parece imposible porque no basta con que ellos se apliquen al trabajo con voluntad. Los diferentes señores de la guerra de las innumerables tribus socialistas deberán acatar la decisión de Ferraz. O eso, o el caos.

Y el caos desaparecerá en el preciso instante en que alguien se harte de tanta irresponsabilidad política y decrete la disolución de la federación valenciana del PSOE. Una decisión que, pese a su tremendismo, no hay que descartar: Felipe González hizo algo más que insinuarla durante unas jornadas celebradas en El Saler en vísperas de las elecciones autonómicas. La decisión de la Comisión Política de Chaves adoptada ayer es la última oportunidad para que regrese una cierta sensatez y una apariencia de normalidad. Al menos hasta la celebración de los congresos.

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