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Tribuna:AMIGOS Y VECINOS / ESTHER TUSQUETS
Tribuna
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"Lo mejor de la vida está al final" RAMÓN DE ESPAÑA

Pregunta. ¿Qué es eso de que te jubilas? Pensaba que todos los editores eran como Jorge Herralde, que piensa reventar en la Feria de Frankfurt tras levantarle un par de autores a la competencia.Respuesta. Bueno, la gente de Bertelsmann, propietaria de Lumen desde hace unos años, es muy estricta con las jubilaciones, pero te aseguro que no me iré a casa deprimida. Mi hija Milena seguirá aquí y no sé muy bien lo que haré, pero no pienso aburrirme. No está tan mal ser mayor: ves las cosas con más tranquilidad, lo relativizas todo más.... Ya no me parezco en nada a la narradora de El mismo mar de todos los veranos. Mi hermano Óscar dice que la vejez es la mejor parte del bocadillo y que el único problema es que al bocadillo cada vez le queda menos.

P. Como escritora te has tomado mucho tiempo entre libro y libro...

R. Pero no ha sido por culpa de la editorial. Quizá ha sido por tener un mundo narrativo no muy amplio. Ahora estoy escribiendo un libro que es como el negativo de los anteriores. En aquéllos había autobiografía dentro de la literatura y en éste habrá literatura dentro de la autobiografía. Puede incluso que sea el último. No es que vaya a dejar de escribir, pero igual me da por hacer una obra de teatro. Hace 40 años dudé entre la edición y el teatro y opté por la primera, pero siempre se está a tiempo de cambiar.

P. Tú has dicho alguna vez que te convertiste en editora casi por casualidad.

R. Así fue. Yo estudié Historia con Vicens Vives y tal vez me hubiera quedado en la Universidad trabajando con él si no llega a ser porque se murió. O hubiera pasado del teatro de aficionados al que me dedicaba a algo más profesional... En esa época, mi padre, un médico ilustrado, le compró a un hermano suyo, cura, una editorial de libros religiosos, Lumen, fundada en Burgos durante la guerra civil, y eso tuvo caracteres de epifanía para toda la familia. De repente, mi padre, mi hermano y yo nos pusimos a editar. Y hasta ahora.

P. Lumen siempre se ha distinguido por sus buenas relaciones humanas con sus autores, ¿no? Sólo así se explica que en esta época de tiburones editoriales nadie os haya levantado a Quino o a Umberto Eco.

R. Con Eco hay una buena relación, pero con Quino hay una auténtica amistad. Curiosamente, ambos fichajes se los debo a Carlos Barral. No veía claro publicar Apocalípticos e integrados. Y la perspectiva de editar a un dibujante de cómics le horrorizaba. Así que me los ofreció y se convirtieron en dos de mis mayores éxitos de venta. A veces ganas dinero a tu pesar. Aún recuerdo cuando les ofrecí El nombre de la rosa a los de Alianza Editorial para la edición de bolsillo. No les interesó, así que yo misma saqué esa edición, que se vendió estupendamente.

P. Me sorprendió un poco que publicaras El diario de Bridget Jones. Es una pedorrez del calibre de Ally McBeal.

R. No estoy de acuerdo. Es un libro ligero, pero que conecta con un sector amplio de la sociedad. Le han salido imitadores de todas partes y por algo será.

P. Tu editorial siempre ha prestado especial atención a la literatura femenina. ¿No crees que al dedicar colecciones sólo a las autoras de sexo femenino se corre un peligro de guetificación?

R. Me temo que aún es necesario defender la literatura hecha por mujeres. Me gustaría que no fuera así y puede que deje de ser necesario en un futuro próximo. Pero mientras las mujeres sigan pintando tan poco en la sociedad... ¿Cuántas mujeres ocupan un cargo en los consejos de administración de las grandes empresas? Y sólo estamos hablando del primer mundo. Yo soy una privilegiada por nacer en Barcelona, en una familia burguesa. No me olvido de que, en el fondo, tengo una editorial porque me la compró mi papá.

P. ¿Cómo ves la evolución del feminismo?

R. Feminismo, como solidaridad, es de esas palabras que ya da vergüenza utilizar. Ya sólo hablo de algo tan obvio como que una mujer que desempeñe el mismo trabajo que un hombre debe cobrar el mismo sueldo.

P. ¿Crees que el feminismo ayudó a tu generación?

R. En general sí, pero hubo algunos malentendidos. La cuestión de los hijos, por ejemplo. A mí me parece muy bien que una mujer no quiera tenerlos porque prefiere organizar su carrera o por lo que sea. Pero si no tienes hijos porque te has tomado demasiado en serio a Simone de Beauvoir, porque te has insertado, voluntaria o involuntariamente, en una moda, pues ya no me parece tan bien.

P. Tú has tenido dos hijos. Y perdona mi ignorancia, pero, ¿con quién? Nunca he oído hablar de tu marido.

R. El padre de mis hijos es mi segundo marido, Esteban Busquets, que murió hace unos 10 años. Tenía 14 más que yo y era un hombre maravilloso al que siempre admiré. Un hombre que, cuando hacía la mili, pasaba información a los aliados. Un revolucionario de verdad, supongo. Y yo, que estaba rodeada de revolucionarios de salón, me sentí fascinada por él.

P. ¿Qué hiciste en las últimas elecciones?

R. Lo de siempre: votar a la izquierda. ¿Y tú?

P. Me quedé en casa.

R. Mal hecho. Ya estuvimos demasiados años sin poder votar como para pasar de ello ahora.

P. Me sentía incapaz de votar al del bigote, pero me reconocerás que el dúo alopécico-leninista Almunia-Frutos no era como para propulsarle a uno hacia la urna.

R. Eso te pasa por tener demasiada información. Yo cada vez procuro seguir menos la actualidad y quedarme con los conceptos. Y tengo claro que la izquierda es preferible a la derecha y que su actitud hacia la realidad es más digna. Mira lo de El Ejido: la izquierda, una vez más, reaccionó antes que la derecha.

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