Angloma funde al Mallorca
El Valencia gana con comodidad al conjunto mallorquín, que ofrece muy mala imagen
Ante un Mallorca en pésimo estado, el Valencia apretó lo justo para llevarse una victoria muy cómoda. Bien por el desgaste del viaje a Turquía o bien por el mal momento que atraviesa el conjunto mallorquín, el Mallorca ofreció poca resistencia. El Valencia se limitó a aumentar el ritmo sólo cuando le convino: al final de la primera parte y al principio de la segunda. Más que suficiente. En este aspecto sobresalió un excelente Angloma, que no sólo secó a Stankovic por su banda, sino que le quedaron arrestos para subir al ataque y marcar un tanto lleno de potencia y habilidad.Antes, sin embargo, la descompresión que provoca en el Valencia la Liga española se apoderó del equipo de Cúper, que jugó sin nervio ni tensión durante gran parte de la primera parte. Luego sí, en el último instante de ésta, presionó, circuló bien el balón y rozó el gol. Ahí Farinós, que ejerció a sus 21 años de capitán por primera vez debido a las bajas de Mendieta y el Piojo, mandó lo suyo, pidió todos los balones, los repartió con criterio y dejó claro que no le venían grandes los galones. Ni mucho menos.
VALENCIA 1-MALLORCA 0
Valencia: Cañizares; Angloma, Djukic, Pellegrino, Carboni; Angulo, Farinós, Gerard, Kily González (Björklund, m. 88); Ilie (Òscar, m. 45) y Sánchez (Vlaovic, m. 75).Mallorca: Leo Franco; Olaizola, Nadal, Siviero, Miquel Soler; Lauren, Engonga, Paco Soler (Ibagaza, m. 81), Stankovic; Diego Tristán y Carlos (Armando, m. 78). Goles: 1-0. M. 48. Angloma recibe en la zona de tres cuartos, encara con potencia a Leo Franco y le bate de tiro raso y cruzado. Árbitro: Puentes Leira. Amonestó a Kily González, Olaizola, Paco Soler, Tristán y Gerard. Unos 40.000 espectadores en el estadio de Mestalla.
Con un catenaccio más propio de Giovanni Trapattoni que de Fernando Vázquez, el Mallorca acumuló defensores en todos los puntos del campo. Esa fue la pretensión del Mallorca, que sólo actuó con tres jugadores -Nadal, Siviero y Carlitos- y el portero, Leo Franco, de los que jugaron de inicio el jueves en Turquía ante el Galatasaray.
A falta de fútbol, el público se entretuvo en otros detalles. La lesión a la media hora de Ilie, por ejemplo, que puso sobre la mesa el poder de intimidación de Mestalla sobre su entrenador, Héctor Cúper. El entrenador había decidido sustituirlo por el defensa Björklund, lo que iba a suponer un ajuste de líneas hasta que Angulo se situara de delantero. Pero como la grada silbó el amago de cambio, Cúper rectificó de inmediato y mandó que calentara Òscar, más del agrado de la gente. Total, que a petición popular, Cúper introdujo a Òscar por Ilie y no a Björklund como había pensado en un principio. Por lo visto, todavía le pesa al técnico argentino el abucheo que sufrió en Mestalla hace un mes en el choque ante el Real Madrid.
El arreón final del Valencia se prolongó en el inicio del segundo tiempo, cuando Angloma aprovechó una de sus espectaculares arrancadas desde el centro del campo para plantarse ante Leo Franco y cruzarle el cuero con pericia. Era el primero tanto del lateral francés en la Liga y el público, que vive con asombro el portentoso estado físico de este futbolista de cerca de 35 años, quedó plenamente complacido. ¿La respuesta del Mallorca? No existió, pues cuando salió de la cueva se vio que no tenía nada que ofrecer: estaba fundido. El Valencia, ahora con espacios, jugaba a placer. Y de una penetración de Gerard por el extremo derecho, el catalán centró de rosca y Djukic, que llegaba por el centro, remató con la espuela de su bota derecha. La belleza de la acción merecía el tanto, pero Olaizola lo evitó en la misma línea de gol. Empezaron a recrearse Gerard y también Òscar, mucho más a gusto cuando actúa de delantero.
Tanta era la superioridad valencianista que el mismo Pellegrino se permitió mostrar un par de gestos técnicos que se le desconocían. Un tacón aquí, una espuela allá. En medio de la fiesta, Cúper optó por darle entrada a Vlaovic, un futbolista muy marginado por el técnico pero que conserva, sin embargo, el cariño de la grada.
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