Relevo en CCOO

En 1987 triunfaba el delfín de Marcelino Camacho en el congreso de CCOO. Antonio Gutiérrez se hacía con la secretaría general sin demasiados problemas, sin intuir quizá que después ya le vendrían suficientes desde sus propias filas. El delfín del jefe carismático acabó en poco tiempo acusado de ser una cara bonita vendida al capital felipista y envuelta en chaqueta de Armani. Por los caminos de la izquierda transitamos muchos que vimos entonces con gran disgusto cómo Gutiérrez tenía razón, y aunque confiábamos que ello se vería con el tiempo, pasamos entonces muy malos tragos. Asuntos como las discrepancias sobre el Pacto de Toledo, que supuso la expulsión de Izquierda Unida de los miembros de Nueva Izquierda, no son para enorgullecerse ni para mirar atrás precisamente con nostalgia.Es cierto que para muchos Gutiérrez representa una esperanza, una tabla en la que asirse de los restos del naufragio de las ortodoxias peor llevadas. De carácter sobrio, tenaz y seguro de sí mismo, llevó hasta las últimas consecuencias sus creencias, por encima de quienes le pusieron verde falseando la realidad. El tiempo, que siempre pone a cada uno en su sitio ha dado por fin la razón a Gutiérrez. Ahora que deja la secretaría general de CCOO, hay una mezcla de ilusión e incertidumbre, esperando que vuelva.- .