Perdón, perdón, perdón
Hace muchos años que soy lector de Eduardo Haro Tecglen, desde sus tiempos de la revista Triunfo, cuyos artículos suponían para muchos de nosotros oxígeno dentro de la larguísima noche franquista.Desde la llegada al Gobierno de los socialistas, comenzó una época fluctuante en que parecía no centrar bien quién era el adversario, porque como a tantos comunistas, le corroía su antisocialismo visceral. A pesar de lo cual, y de la decadencia inevitable del paso de los años, siempre valía la pena leerlo, pues siempre aportaba alguna idea interesante.
Sin embargo, en EL PAÍS del 14 de marzo publicó un artículo, Perdón, perdón, perdón, que es un auténtico monumento a la ignominia con el más bajo y rastrero ataque a Felipe González, que ni siquiera, al alimón, hubieran escrito J. Capmany y Pedro J. Ramírez.
Se me ocurre que tal vez sea un error y no lo haya escrito el señor Haro, pues ese libelo sólo puede escribirlo una persona injusta, y no es ése el concepto que el señor Haro merece a sus lectores. Supongo que su autor habrá recibido albricias y felicitaciones del PP.- . Felipe González deberá pedir perdones y Haro sabe por qué: Eva, engañada por Felipe González, comió la manzana y la ofreció a Adán, el cual, engañado por Felipe González, también la comió. Lo demás de la columna de Haro Tecglen del día 14 es pura glosa. Este Ratzinger laico le ha preparado al papa socialista la lista de los perdones que deberá pedir.
Con un ensañamiento que contrasta con su aspecto de abuelo bondadoso, se ceba en este político, aprovechando que le tienen humillado las últimas elecciones y utilizando la libertad de palabra que Felipe, entre otros, consiguieron para que Haro pueda prescindir de aquella habla perifrástica de los tiempos del dictador. Ahora nos falta la lista de los perdones de Haro Tecglen.
Le sugiero que se disculpe por seguir existiendo, todavía, tan a destiempo, hacia fuera, repartiendo mandobles verbales como aquellos japoneses que, escondidos en una isla, no se enteraron de que la guerra había terminado y seguían disparando a los aviones de pasajeros creyendo que eran del enemigo. Enfunde ya el estandarte de rojo y tranquilícese, don Eduardo, que ya la historia ha pasado esa página en la que usted sigue atrincherado pegando tiros. Y estamos en otro rollo.- José Luis G. Remiro. Zaragoza.
Después de leer la columna Perdón, perdón, perdón, de Haro Tecglen, toda ella rezumando el odio y el ensañamiento propio de un comunismo arcaico y visceral, he decidido dejar de leer en el futuro tanta miseria, en beneficio de mi salud mental. Con mi agradecimiento por el resto.- José Torregrosa Alcaraz. Madrid.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.