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Un naufragio en la Costa da Morte deja cuatro muertos y un desaparecido

La tragedia volvió a asomarse ayer a las aguas de la Costa da Morte (A Coruña), donde cuatro pescadores murieron y otro permanece desaparecido tras volcar su buque junto a un acantilado. El Panchito, un pesquero de casco de madera y 16 metros de eslora entre cuya tripulación se encontraba un joven de 17 años, faenaba de madrugada a unos metros de la costa. De los restos del barco se deduce que un fuerte golpe de mar le hizo chocar contra el acantilado.

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Laxe, una localidad de 3.600 habitantes, se despertó ayer con la visita de un antiguo fantasma. Pasadas las ocho de la mañana, corrió por el pueblo la voz de que el Panchito se había ido a pique. La gente comenzó a congregarse en la lonja y según se confirmaba lo peor, a todos asaltó el recuerdo del Nuevo Nautilus, otro barco de Laxe que se hundió en 1989. Once años después, el drama se repetía milimétricamente: cinco vidas engullidas por el mar, entre ellas la de un chico de 17 años que aprendía el oficio con su padre."Nació en el mar", comentaba ayer un hermano del patrón y armador del Panchito, Eduardo Cousillas Devesa, mientras oteaba desde tierra los helicópteros y buques de salvamento. "Llevaba en el mar toda la vida", corroboraban en la Cofradía de Pescadores de Laxe. A ese mismo tipo de vida parecía abocado su hijo de 17 años, Eduardo Cousillas Villar. Junto a los Cousillas trabajaba otro veterano del oficio, José Manuel Fariña Lema, de 53 años, quien también había enrolado a su sobrino, Pedro Fariña Cundíns. El quinto tripulante era Germán Suena Pombo, el único cuyo cadáver no se ha encontrado aún.

El Panchito era un barco en bastante buen estado. Construido en 1983 y con 20 toneladas de registro bruto, el patrón le había colocado una sobrecubierta en la popa para mejorar las condiciones de trabajo. Algunas temporadas, el Panchito se iba al norte y se adentraba en la costa asturiana. Pero últimamente se quedaba más cerca de casa, en la zona del cabo Touriñán, donde solía capturar lenguado, rodaballo y centollo.

El patrón habló por última vez con su mujer a la una de la madrugada de ayer y todo parecía tranquilo. Durante la noche, el viento sopló fuerte del noreste, a unos 35 kilómetros por hora con rachas de hasta 60. Un viento considerable, aunque la zona a la que se dirigía el Panchito, la ensenada de Cuño, estaba bien resguardada. Se supone que el accidente se produjo entre las tres y las cuatro de la madrugada. Hasta las ocho, otro pesquero, el Playa de Cruz, no descubrió los restos del Panchito, con la quilla al sol y sin supervivientes.

"No sabemos qué pudo ocurrir", confesó un portavoz de la Cofradía de Laxe, "esto a veces es como la carretera: aunque tú vayas bien, no estás a salvo de que te pase cualquier cosa. El secreto de lo que sucedió se lo ha llevado el mar con ellos mismos". Las primeras especulaciones apuntaban a un golpe de mar, pero pronto cobró fuerza la hipótesis de que el barco hubiese tropezado con algún bajío. Tras examinar el casco y el lugar del accidente, técnicos de Salvamento Marítimo y de Protección Civil opinaron que el buque debió de chocar con su proa contra el acantilado. Así se deducía de la vía de agua en la parte delantera.

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Pese a que se supone que el vuelco fue muy rápido, dos tripulantes tuvieron cierto margen para reaccionar. Uno se aferró a un aro salvavidas y el otro logró ponerse el chaleco. De ese modo aparecieron sus cadáveres a primera hora de la mañana, a una media milla del lugar del accidente. ¿Por qué no pudieron alcanzar a nado la costa, distante apenas 30 metros? Tal vez quedaron inconscientes por un golpe, o tal vez el viento, que soplaba en contra, pudo más que su fuerza física. Los dos murieron por hipotermia. Entre el mediodía y las tres de la tarde de ayer se recuperaron otros dos cadáveres. Uno de ellos estaba bajo las aguas, enredado en el aparejo. Lo recogió un submarinista aficionado.

En el rastreo participaron dos helicópteros, un remolcador, tres buques de salvamento, numerosos pesqueros y decenas de vecinos de Laxe, que incluso contrataron autobuses para acudir a la zona y colaborar en la búsqueda desde tierra. Un buque de salvamento trató de remolcar a una playa lo que quedaba del Panchito. Pero, al moverlo, el pesquero se hundió sin remisión. Ahora yace a 30 metros de profundidad.

Un fallecido en Cantabria

Por otra parte, Alfonso Valle Fernández, un marinero de 40 años, falleció ayer ahogado en la costa cántabra tras volcar hacia las dos y media de la tarde el pesquero Virgen del Coral, a unas tres millas al norte de Cabo de Ajo. Los otros seis tripulantes fueron rescatados por tres barcos que faenaban cerca. El Virgen del Coral, con base en Cudillero (Asturias), cargaba cajas de pescado en uno de sus laterales cuando volcó, según relató el patrón de la embarcación. El fallecido recibió un golpe y no pudo aferrarse al casco como el resto de sus compañeros.

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