El PCE apuesta definitivamente por llevar a noviembre la asamblea de IU Llamazares queda en minoría y evidencia una posición de debilidad

El proceso de renovación del discurso de IU será lento. El PCE, la fuerza dominante, cuyas decisiones se imponen sin problemas, apostó ayer mayoritariamente en la reunión del comité federal, su máximo órgano, por no adelantar más de un mes la asamblea de IU en la que se debe sustituir a Julio Anguita como coordinador general. Será en noviembre. Gaspar Llamazares, el líder asturiano, quedó en minoría -él propone que se haga cuanto antes- y evidenció así una posición de debilidad surgida de su autopostulación como candidato.

La decisión de no adelantar más de un mes la asamblea fue apoyada, según el resumen hecho por Anguita, en 48 de las 53 intervenciones que se produjeron ayer en el comité federal. Ya se había perfilado el día anterior en una reunión del comité ejecutivo, en la que tanto Anguita como el secretario general del PCE, Francisco Frutos, apostaron por noviembre como la fecha definitiva, a expensas de lo que decidan los órganos de IU. Poca incógnita queda, porque no se recuerda una decisión de la coalición que haya sido contraria a lo que antes habían determinado los órganos del PCE.El histórico partido comunista domina tanto la coalición que todos los candidatos que están en las quinielas para suceder a Anguita son miembros del PCE: tanto Frutos como Llamazares, Rosa Aguilar, Joan Ribó, Eberhard Grosske, Luis Carlos Rejón o Felipe Alcaraz lo son, por citar a los más nombrados.

Con esta decisión de celebrar la Asamblea en noviembre, el que sale más perjudicado es Llamazares, que se quedó prácticamente solo con algunos compañeros asturianos al defender que se haga "cuanto antes", es decir en julio o como mucho en septiembre, para que los resultados electorales estén todavía calientes y se pueda hacer una Asamblea de ruptura y de cambio radical que sea percibida así por la opinión pública. Pero sus tesis no han triunfado.

Tampoco parece que vaya a tener éxito otra de las propuestas fundamentales de Llamazares: que Frutos sea el portavoz del grupo parlamentario como conclusión lógica del liderazgo que ha tenido en los últimos dos meses y de una campaña electoral que todos coinciden en señalar como muy positiva. El propio Frutos se mostró contrario en una rueda de prensa y dijo que es preferible que se repita la situación anterior, cuando Anguita era el presidente del grupo y Felipe Alcaraz, el portavoz. Frutos se dedicaría así en exclusiva a los debates clave.

Pero al margen de los nombres y la sucesión de Anguita, que está detrás de cada uno de los movimientos de los máximos dirigentes de la coalición, subyace el debate ideológico. Y no parece que se esté llegando a grandes conclusiones. El primer análisis está siendo sobre las consecuencias que ha tenido el pacto de la izquierda. Y la enorme mayoría, tanto en la presidencia de IU como en el comité federal del PCE, coincide en que ha sido positivo pese a su "precipitación", de la que culpan al PSOE. Los resultados de la coalición, siendo pésimos, son mejores de los que se auguraban antes de alcanzar el pacto con los socialistas, según la apreciación mayoritaria.

Y ahora quedan varios meses para ofrecer respuestas. El método a seguir es el más lento posible, pero también el más democrático, a decir de quienes lo defienden; esto es abrir un proceso para escuchar las opiniones de las bases, de todas las federaciones, de los independientes, de todo aquél que tenga algo que ver con el proyecto de IU. Y unas comisiones de trabajo lideradas, según se asegura, por Anguita.

En la reunión de ayer dominaba la sensación, a decir de muchos de los presentes, de que se va hacia una asamblea de cambio, pero no de renovación profunda y mucho menos de ruptura. Claro que también había importantes ausencias: no estaba Rosa Aguilar, ni Joan Ribó, ni Ángel Pérez, ni Eberhard Grosske, algunos de los que podrían exigir con más vehemencia la ruptura, aunque también entre ellos hay matices sustanciales.

Lo que comienza a perfilarse con claridad es que la apuesta por la unidad de la izquierda es definitiva. Aunque ayer la mayoría quiso dejar claro que eso no significa sólo hacer una oposición conjunta con el PSOE en el Parlamento, sino también abrirse más a los sindicatos -con los que IU ha tenido una relación muy conflictiva- y desarrollar esta política en todos los niveles, no sólo en las instituciones.