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El hallazgo de un fósil de serpiente con patas de hace 95 millones de años descarta el origen marino de los ofidios

Un fósil de hace 95 millones de años de una serpiente con patas, procedente de un yacimiento cerca de Jerusalén, tira por tierra la idea de que las serpientes surgieron del mar. El fósil, bautizado Haasiophis terrasanctus, es el segundo animal de este tipo encontrado en el mismo yacimiento. Pero mientras que el primero, el Pachyrhachis, dio lugar a la hipótesis del origen marino de las serpientes, que habrían evolucionado a partir de lagartos nadadores gigantes y sería el eslabón entre ellos y las auténticas serpientes, ahora el segundo, el Haasiophis, deshace esa teoría y relaciona ambos especímenes con serpientes actuales como la pitón y la boa. El análisis de Haasiophis y sus implicaciones para la historia evolutiva de las serpientes se presenta hoy en la revista científica Science. Los autores del trabajo, Olivier Rieppel (Museo Field de Chicago) y Eitan Tchernov (Universidad Hebrea de Jerusalén), consideran que las reducidas patas del animal pueden ser una regresión evolutiva.

Una de las claves del estudio son los cráneos de Haasiophis y Pachyrhachis. Las serpientes como las boas y las pitón tienen una estructura craneal móvil característica que les permite casi desencajar su mandíbula y abrir la boca desmesuradamente para comerse piezas de tamaño superior al diámetro de su propia cabeza.

Las dos especies del yacimiento de Israel tienen una arquitectura similar, pese a que estudios previos, que situaban la Pachyrhachis como eslabón perdido entre los reptiles marinos y las serpientes auténticas, concluían que el animal era incapaz de abrir la boca de tal manera. El animal, según esa interpretación, tendría una cabeza intermedia entre el cráneo rígido de los lagartos y el cráneo móvil de las serpientes.

En cuanto a las patas, los investigadores reconocen que es difícil decir cómo las utilizaría el animal, ya que son tan pequeñas en relación a su cuerpo que no podrían tener función alguna de locomoción.

Pero las pitón modernas tienen rudimentarias extremidades, poco más que unas garras de cartílago con hueso, que el animal utiliza en el apareamiento y, a veces, para luchar. Riepple y Tchernov plantean que tal vez Haasiophis utilizaba sus patas de modo similar.

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