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Pakistán condena a un hombre a morir como él mató a sus 100 víctimas

Un tribunal paquistaní condenó ayer a un hombre a ser estrangulado, su cuerpo cortado en pedazos y los trozos introducidos en una vasija con ácido para que se deshagan, por el asesinato, con el mismo método, de un centenar de niños y adolescentes. La sentencia contra el acusado Javed Iqbal, de 38 años, fue emitida por un juez de la ciudad de Lahore, capital del Punjab, en una estricta aplicación del ojo por ojo.

"Javed Iqbal ha sido encontrado culpable de 100 asesinatos. La sentencia es que debe ser estrangulado 100 veces en Minar-e-Pakistán (un distrito de Lahore). Su cuerpo será cortado en 100 trozos y puesto en ácido como él hizo con sus víctimas", declaró el juez Alá Baksh. "Morirá delante de los padres cuyos hijos ha asesinado", añadió.En la misma sentencia se condena a un cómplice de Iqbal, de nombre Sajir Ahmad, de 17 años, por su participación en 98 de los 100 asesinatos. La sentencia es idéntica a la primera, pero variando el número de estrangulamientos y trozos en los que su cuerpo será cortado. Uno por cada niño asesinado. Otros dos cómplices, de 15 y 13 años de edad, fueron condenados a penas que van desde los 182 a los 63 años de cárcel.

La sentencia, que también impone al principal acusado 700 años de cárcel, es recurrible ante una instancia superior. Ambos acusados se han declarado inocentes durante todo el proceso.

La decisión judicial confirma que el caso de Iqbal, un ingeniero químico, es el del peor asesino en serie en los 53 años de historia independiente de Pakistán. El tribunal asegura que está probado cómo Iqbal y su cómplice recogían a sus víctimas en un suburbio de Lahore y, tras someterles a múltiples atrocidades, les asesinaban y, a fin de hacer desaparecer los cuerpos, troceaban los cadáveres y trataban de disolverlos en ácido.

En un arriesgado acto de exhibicionismo, Iqbal remitió una carta a la policía de Lahore en la que se confesaba autor de nueve de las numerosas desapariciones de menores ocurridas en la ciudad. En el texto señalaba que los niños habían sido agredidos sexualmente y se mofaba de las autoridades por no ser capaces de ponerle entre rejas. La misiva desencadenó una auténtica caza del hombre que se prolongó durante un mes y concluyó con la captura del criminal en serie. En su domicilio se encontraron fotos de los 100 jóvenes asesinados y numerosos objetos personales y ropas pertenecientes a las víctimas. Los familiares tuvieron que identificar a los niños a través de estas fotos y de los restos que quedaban en dos vasijas.

"No siento remordimientos. He matado a 100 niños. Podría haber matado a 500. No era ningún problema. El dinero no era ningún problema. Pero había prometido matar 100 niños y no quise ir más allá", señaló al periódico The News de Lahore. Sin embargo, durante el juicio se declaró inocente y negó sus confesiones iniciales.

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El proceso ha hecho rememorar una serie de misteriosos ataques acaecidos a mediados de los años ochenta, cuando decenas de personas fueron asesinadas en el Punjab durante unos ataques nocturnos protagonizados por una banda a la que la policía denominaba "el grupo del martillo". Los atacantes irrumpían en las viviendas durante la noche y asesinaban a martillazos a sus víctimas. Nunca fueron encontrados.

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