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Tribuna
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Jóvenes

Miguel Ángel Villena

MIGUEL ÁNGEL VILLENA

Una profesora de inglés, estadounidense de origen pero con largos años de residencia en España, confesaba el otro día su asombro por el hecho de que la mayoría de sus alumnos -jóvenes profesionales o ejecutivos de grandes empresas- considerara a Juan Villalonga su héroe particular. De este modo explicaba esta profesora los resultados electorales, ese nuevo retrato de familia que ha aparecido tras el escrutinio de las papeletas y la resaca de los resultados. Sin necesidad de recurrir a ambiciosos análisis sociológicos, en el altar de los ídolos podrían acompañar al empresario de Telefónica figuras del deporte, la moda o la música que tienen en común haberse enriquecido con rapidez y haber alcanzado la fama en un tiempo récord. El arribismo a cualquier precio o una moral sin demasiados escrúpulos se han instalado ya en el imaginario colectivo de buena parte de la juventud. Lejos, a distancias siderales, quedan aquellos mitos de hace 20 años que solían aparecer detrás de una guitarra, con una larga melena, henchidos de melancolía y susurrando letras que hablaban de amores y de batallas, de revoluciones en busca de un mundo mejor. "Los valores progres ya no son dominantes", sentenció ayer en una entrevista la directora del Centro de Investigaciones Sociológicas, Pilar del Castillo. Una antigua militante de la extrema izquierda, por cierto.

Más espiritualistas que sus padres, mucho más amantes de la familia como núcleo fundamental de toda convivencia, enormemente competitivos al estilo del american way of life y con un aprecio desmedido por el dinero y por los signos externos de la riqueza, la conducta de muchos jóvenes españoles iba anticipando un vuelco social más que político. Hace pocos años vi llorar a mi hermana pequeña, entonces una estudiante universitaria, porque una inoportuna gripe le iba a impedir asistir a algunas clases. Con toda mi inocencia exclamé: "No te preocupes, pídele los apuntes a algún compañero". "Nadie deja ya los apuntes, eso era antes", respondió mi hermana entre lágrimas.

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