_
_
_
_

Operación Zafir: un reto técnico

La fe de sus familiares contra las circunstancias de su nafragio y los condicionamientos de los medios técnicos. Diez cadáveres de marineros españoles, gallegos, yacen en el fondo del mar Jónico, frente a las costas italianas de Calabria. El reto es recuperarlos. Un robot submarino rastrea desde el pasado martes la zona en la que fue localizado hace tres semanas el mercante Zafir, hundido en la madrugada del 14 de febrero tras chocar con el carguero italiano Espresso Catania. La máquina forma parte de la dotación del Sentinella, el barco insignia de la empresa Impresub, especializada en el rescate de naves idas a pique.El Sentinella permanece inmóvil sobre las aguas, dirigiendo los movimientos del robot, cuya misión, en principio, según el encargo de la juez instructora del caso, Paola de Franceschi, es filmar los restos del casco. De momento, sólo sería posible recobrar los cuerpos de las víctimas si se encontraran fuera de los camarotes. El contacto con las autoridades del puerto de Roccella Ionica es permanente. En cualquier instante puede haber novedades. Pero también podría alargarse la situación. La intención inicial es que el navío de Impresub permanezca en el lugar de los hechos durante una semana.

Más información
FOTO SIN TITULO

Precisamente, el jefe de Roccella Ionica es el más optimista de todos al evaluar las posibilidades de que la difícil misión emprendida tenga éxito. "Impresub", recuerda, "causó el estupor general cuando hace un año y medio logró rescatar un barco albanés que se había hundido en el canal de Otranto y se encontraba a 800 metros de profundidad", el doble que la del Zafir, que está a 436. Dentro de aquella nave, que naufragó tras ser embestida por una fragata de la Armada italiana, perecieron decenas de exiliados albaneses, cuyos cadáveres, en su mayoría, fueron recuperados.

Lo cierto, sin embargo, es que hay una diferencia esencial: las dimensiones y el peso del Zafir son mucho mayores que los de aquel frágil cascarón albanés. No es, pues, de extrañar que la propia dirección de Impresub haya advertido a De Franceschi acerca de las enormes dificultades que rodean al proyecto.

Pero la esperanza es lo último que se pierde. "Sabemos cómo están las cosas y que el margen para el optimismo es pequeño", manifestó ayer Manuela Lema, la esposa del primer oficial del Zafir, José Manuel Souto, uno de los diez tripulantes desaparecidos en el naufragio. "Sabemos que la anchura del robot, que es de 80 centímetros, no le permitiría entrar en los camarotes porque las puertas de éstos tienen entre 60 y 70 centímetros, Pero es posible que alguno o algunos de los cadáveres se hallen fuera de ellos".

En definitiva, dada la firmeza de los familiares de las víctimas -nueve esperan en Soverato el desenlace de la operación-, decididos a quedarse en Calabria todo el tiempo que sea necesario hasta que sean recuperados los cuerpos perdidos, el robot podría no ser la última posibilidad.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

En las horas siguientes al naufragio se habló directamente de reflotar el Zafir. ¿Pero cómo elevar hasta la superficie un buque de 120 metros de eslora que llevaba en sus bodegas una carga de cerca de 7.000 toneladas de cemento? "Se podría cortar la popa e izar únicamente el puente de mando, que es en donde están los camarotes", sugiere Manuela. "Es algo que se ha hecho ya en alguna otra ocasión", puntualiza con el convencimiento de que no se trata de un imposible.

¿Y el dinero? El coste de esa actuación podría superar, según fuentes técnicas, los 1.000 millones de pesetas. El Estado italiano no está dispuesto a aportarlo a pesar de que el Espresso Catania, presunto culpable del hundimiento del Zafir, es suyo, de su compañía Tirrenia.

Los familiares de los muertos lo saben. Por eso se aferran a la colaboración del Gobierno español. No importa, alegan, que el Zafir fuese propiedad de una compañía con sede en Suiza cuyo titular es un ciudadano italiano y que a bordo ondeara la bandera portuguesa. "Los marineros eran todos españoles", proclama Manuela. "Españoles", prosigue, "que se han visto obligados a trabajar en barcos extranjeros porque la marina de nuestro país funciona con banderas de conveniencia. Porque funciona con marinos filipinos, que se contentan con unos granos de arroz. Porque la marina mercante fue abandonada por el Gobierno socialista, y eso que era obrero".

En su dolor, Manuela está segura de sus argumentos. "Mi marido no se ha muerto. No ha sido un accidente. Le han matado", añade refiriéndose a las oscuras circunstancias en que se produjo el choque entre el Zafir y el Espresso Catania.

El Zafir se hundió tras la colisión en apenas dos minutos y 13 de sus 14 tripulantes perecieron. Sólo se salvó Óscar del Río, de 23 años, que pudo ser rescatado casi de inmediato junto a los cadáveres de tres de sus compañeros.

Ha pasado un mes desde entonces y en Soverato los familiares de los restantes tripulantes esperan que ocurra otro tanto con sus seres queridos. Es un grupo firme y compacto que ayer ganó otra batalla, aunque menor, a las autoridades, que, dicen, les han regateado casi todo desde el primer momento.

"El Gobierno español nos había prometido personarse en el caso porque el Espresso Catania no es de un particular, es del Estado italiano", afirma Manuela, "pero...".

Así es que ayer se hicieron fuertes y se negaron a asistir al funeral por las víctimas del naufragio, al que estaba prevista la asistencia del embajador español, Juan Prat; el arzobispo de Catanzaro y otras autoridades locales. Exigían una confirmación "por escrito" de que el Ejecutivo español estará presente en el asunto con un abogado. Y consiguieron su propósito. Al menos, en parte.

"Lo malo es que el fax que nos ha llegado es del Instituto Social de la Marina (ISM). Y no es lo mismo. Nosotros queremos que sea el Ministerio de Asuntos Exteriores el que se ocupe del tema y pague al letrado", indica Manuela. "Ya le he dicho al embajador: igual que se trasladaron hace poco los restos de Alfonso XIII", concluye.

El ISM va a enviarles un psicólogo y una trabajadora social para que les apoyen y evalúen la línea de trabajo a seguir. Además, al margen de las prestaciones a las que tengan derecho con carácter general dentro de la Seguridad Social, ya ha dado 100.000 pesetas a los familiares de las víctimas cuyos cuerpos se han recobrado y 300.000 a los de aquéllos cuyos restos permanecen bajo las aguas.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_