Jaime García Añoveros, el hacendista JOSÉ V. SEVILLA SEGURA
Debió ser hacia finales de los sesenta cuando me encontré por primera vez a Jaime García Añoveros en su cátedra de Sevilla con ocasión de un ciclo de conferencias sobre temas económicos y fiscales que había organizado. Sin embargo, nuestra relación continuada, que daría origen a una entrañable amistad, se produjo mas tarde, en 1977, después de las primeras elecciones democráticas. Jaime, diputado por UCD en aquellas Cortes Constituyentes, ocupó la presidencia de la Comisión de Hacienda del Congreso, que sería la encargada, entre otras cosas, de examinar todos los proyectos de reforma fiscal que presentó el Ministerio de Fernández Ordóñez. Durante esa etapa fraguamos una amistad que dura hasta hoy.Fue una suerte que Jaime García Añoveros presidiera la Comisión de Hacienda en aquel momento tan especial. A su sólida formación académica unía Jaime un enorme sentido común y una gran capacidad para argumentar y convencer. Sólo su presencia en la Comisión de Hacienda y su esfuerzo comprometido y entusiasta explica que pudiese aprobarse el grueso de la reforma de la imposición directa en apenas unos meses. No cabe duda de que la moderna fiscalidad española debe mucho a la capacidad y el bien hacer de Jaime García Añoveros.
No es extraño, por tanto, que en el segundo Gobierno democrático, en 1979, Jaime García Añoveros fuese llamado para ocupar la cartera de Hacienda, donde vivió una etapa muy fructífera a pesar de moverse en un entorno político nada fácil, pues coincidió con el momento final de la UCD. Durante esa etapa como ministro fue cuando se pergeñó y aprobó el primer concierto con el País Vasco en democracia y la LOFCA, que, como es bien sabido, ha constituido el soporte normativo fundamental para el desarrollo y la consolidación del Estado de las autonomías que es, probablemente, la reforma con más calado de las registradas en nuestro país en el último cuarto de siglo.
Durante esa misma etapa ministerial llevó adelante toda la reforma de la imposición indirecta que permitiría, años mas tarde, abrir las puertas a la introducción del impuesto sobre el valor añadido y aún tuvo tiempo, pese a la brevedad del mandato, de introducirse en la espinosa cuestión de la reforma administrativa de la hacienda, poniendo el germen de las futuras reformas tendentes a adaptar la vieja administración a las exigencias del nuevo sistema tributario.
Jaime García Añoveros es, pues, un destacado hacendista. Y no sólo desde una perspectiva profesoral -sin duda ha sido el ministro de Hacienda de los últimos años con mejor formación en la materia-, sino desde una perspectiva aplicada. Un hacendista capaz de poner sus conocimientos al servicio de los problemas reales al que le ha cabido la satisfacción personal de haber estado en el lugar adecuado en el momento oportuno.
Con todo, debo admitir que lo que en este momento doloroso domina en mis recuerdos no es el ilustre hacendista, sino Jaime como persona. Una persona, sobre todo, con un profundo sentido de la libertad; culta, sensible y vehemente en la defensa de sus opiniones; siempre abierta y tolerante e incapaz de albergar rencores. Una persona querida y recordada por todos aquellos que han sido sus colaboradores. A la memoria de esa persona, de ese querido amigo, es a la que quisiera dedicar, con todo cariño, este recuerdo emocionado.
José V. Sevilla Segura es economista.
