El Gobierno y los sindicatos británicos se movilizan contra la venta de Rover
El Gobierno de Tony Blair y los sindicatos británicos se movilizaron ayer en una cruzada común: paralizar la posible venta de Rover por parte de sus propietarios, la firma alemana BMW. Stephen Byers, ministro de Comercio e Industria, entabló contacto con los responsables del grupo automovilista para reiterar el respaldo económico, por 150 millones de libras (unos 40.000 millones de pesetas), que Londres quiere destinar a la planta de Longbridge, a las afueras de Birmingham.
Los representantes sindicales viajaron ayer a Múnich, sede de la empresa alemana, para demandar una respuesta clara y definitiva sobre el futuro de la deficitaria Rover y de su plantilla de 29.000 empleados. La confirmación por parte de BMW de que la venta de Rover se encuentra entre las propuestas que estudiará hoy el consejo supervisor del grupo alemán hizo saltar la alarma en el Reino Unido. Los sindicatos aseguraban ayer que los planes para el desmembramiento de la centenaria casa británica, adelantados por el diario alemán Süddeutsche Zeitung, están en una fase muy avanzada. El objetivo, según los sindicatos, será la venta de la marca deficitaria de la filial británica, la propia Rover, a una sociedad inversora sin intereses en la industria automovilista. El diario Financial Times Deutschland da por hecho en su edición de hoy jueves la venta de Rover a una sociedad de capital-riesgo londinense, Alchemy Partners.Dentro de la misma operación, BMW se quedaría con la joya del negocio británico, la fabricación y venta de la gama de Mini y Land Rover . Este escenario, señaló el grupo en un comunicado, "es sólo una de las variantes posibles para Rover".
De confirmarse esta estrategia, la jugada supondrá el fin de una compañía cuyos orígenes se remontan a 1896. Para el grupo alemán, sin embargo, será el inicio de un proceso de saneamiento para poner fin a meses de especulaciones sobre presuntas absorciones o fusiones con rivales como Volkswagen, Porsche, Ford o General Motors. La Bolsa de Fráncfort premió con un alza del 14,21% en los títulos de BMW las especulaciones sobre su salida de Rover.
"No pueden tratar la planta británica como carne de cañón", protestó Tony Woodley, principal sindicalista del sector, antes de partir a Múnich. "Haremos todo lo que esté en nuestras manos", prometió el primer ministro Tony Blair en el Parlamento al tiempo que su ministro de Comercio e Industria entablaba conversaciones con el grupo de Múnich. En la mesa está la oferta de 150 millones de libras (40.500 millones de pesetas) que el Gobierno británico quiere destinar a la modernización de Longbridge, la centenaria planta de Birmingham, que está en el centro del huracán. La subvención, confirmaba hace casi un año, representa menos del 10% de la inversión de 1.700 millones de libras comprometidos por BMW para tornar las finanzas de Rover. La filial británica, que el grupo alemán compró en 1994 por 270.000 millones de pesetas, pierde cuota de mercado -un 6,52% en 1999- y genera pérdidas que se estiman en 1.300 millones de euros el último año.Pero la modernización de Longbridge, para acoger la gama que sustituya los modelos Rover 200 y 400, sigue todavía. Los sindicatos, y en menor medida BMW, responsabilizan del retraso a la Comisión Europea, que no espera dar su veredicto sobre la legalidad de la ayuda estatal hasta dentro de unos dos meses.
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